Monday, September 2, 2024

La Plutocracia: La Inyección Letal de las Democracias de Occidente


En 1979, el Dr. Francisco José Herrera Luque, médico, novelista y diplomático venezolano (1927-1991) publicaba la que fuera su obra más conocida: "Los Amos del Valle."

En una estampa que nos recuerda de alguna manera al “Purgatorio” de Dante y su "Divina Comedia," su protagonista, Don Juan Manuel Blanco y Palacios, es llevado de la mano de una esclava de sus antepasados, la Negra Rosalía, por un sin fin de secretos menos que honrados de la familia de Don Juan, que siempre se jactaba de su linaje, de su casta y abolengo.

Pero esta novela, rica en ambos prosa y personajes (muchos de ellos tomados de la vida real) la característica principal es que narra los hechos que nos llevan desde el génesis del Valle de Caracas (fundada en 1567) hasta el bautizo del niño Simón, el único hijo varón de Don Vicente Bolívar y Ponte y María Consuelo Palacios y Blanco, a quien nuestra historia conocería como "El Libertador."

En conjunto, "Los Amos del Valle," narra las anécdotas, entre lo real, lo histórico y lo ficticio de una veintena, aproximadamente, de los llamados "mantuanos."

En el lenguaje coloquial de Venezuela, los mantuanos eran blancos criollos, la mayoría de orígenes Europeos (sobre todo español) pertenecientes a la aristocracia de aquellos primeros siglos cuando fuimos Capitanía General del Virreinato de Nueva Granada.

Los apellidos de estos mantuanos no nos son para nada extraños a los que estudiamos en colegios de Caracas. Hablamos, claro está de los Bolívar, los Palacio, De La Madriz, Lovera, Blanco, Ponte, Herrera, etc. etc.

Lo interesante de esta narrativa es que nos deja muy claro que aquella Venezuela del siglo XVIII fue, sin duda alguna, una Venezuela gobernada por la más alta alcurnia. Los mantuanos tenían no sólo el poder económico, sino también tenían extraordinaria influencia política y social.

Y puede que siga siendo este el caso de la Venezuela de hoy, narco y Castro-chavista, con diferentes apellidos, claro está...pero eso es otro tema.

He querido hacer esta introducción para ilustrar el concepto de nuestro análisis del día: 

La plutocracia.

¿Qué es, señores, una plutocracia?

La definición, como tantas otras, nos viene de la antigua Grecia. La palabra "ploûtos" significa riqueza. La palabra "krátos" significa poder. 

Pero hay más...

"Ploûtos" se deriva de Plutón, el dios del inframundo de acuerdo con la mitología romana. Y era popularmente reconocido que todas las riquezas minerales de la tierra yacían, precisamente, en el este averno, este submundo.

Es decir, la plutocracia, es el gobierno de los ricos, los poderosos, los más influyentes, PARA los más ricos, los más poderosos y los más influyentes.

A pesar de que este constructo etimológico, "plutocracia," data de 1631, es más que conocido que este tipo de gobierno, o quizá debemos llamarlo sub-gobierno, ya se veía ampliamente practicado en Grecia, precisamente (la supuesta cuna de la "democracia") o en el vasto Imperio Romano (la plutocracia romana la vemos explicada exquisitamente en la saga de la novelista australiana Colleen McCullough (1937-2015) llamada "Los Maestros de Roma" que comprende un conjunto de siete novelas.

También se dice que en la Venecia renacentista se vio claramente la dinámica de una plutocracia, de la que podrían haber participado familias como Los Medici.

Hay quienes afirman que el reinado de los Luises de Francia, hasta la Revolución Francesa, fue una plutocracia.

El denominado "Zaibatsu," terminología japonesa que significa "élite financiera" que llevó las riendas de la industrialización del imperio previo a la Segunda Guerra Mundial, tenía todas las condiciones de ser una plutocracia.

Ahora, quizá la plutocracia más influyente de todo Occidente podría ser ni más ni menos que la de Los Estados Unidos de América. Hasta nuestros tiempos.

Veamos...

Hay quienes afirman que los últimos 50 años de la política de Norteamérica ha sido controlada por una cúpula tanto inmensamente afluente en lo económico, como delirantemente ambiciosa en lo político.

De hecho, cuando se trae a colación la posible "plutocracia" americana, no solamente nos llegan a la mente familias tan rancias como los Kennedy, los Rockefellers, o los Rothschild, sino que podríamos haber heredado un régimen plutócrata de los mismísimos Padres Fundadores, que estructuraron a la recién nacida república con varias políticas y leyes para proteger a los más poderosos (incluyéndose ellos) y los que poseían control de las grandes industrias de aquellos tiempos, que a la vez poseían una multitud de riquezas debido a los negocios de bienes raíces.

Ahora, para detectar la presencia de una célula plutócrata en la Norteamérica del siglo XXI, o en cualquier parte del mundo, tenemos que saber que para que haya plutocracia tiene que haber una amplia y fortísima presencia del capitalismo.

Para un gobierno de élites sin capitalismo no hay paraíso.

El capitalismo, como ya hemos analizado en artículos anteriores, no es, en sí un problema. Al contrario, el capitalismo bien encausado, sano y próspero es lo que va a promover una economía pujante y un desarrollo de empleo y bienestar.

Sin embargo, una desviación de estas intenciones pueden ser probadamente letales para quienes conforman el verdadero tesoro de una sociedad sana: nosotros, ese "We the People" que lo conformamos los ciudadanos de a pie, como se dice.

Nosotros somos los que hemos dado, nunca mejor dicho, el voto, a quienes se alzan con el poder para, supuestamente, ver por nuestros intereses y nuestro bienestar.

Si una democracia (el gobierno del pueblo) se ve infectada por las intenciones plutocráticas de una élite, podríamos estar hablando de un cáncer maligno que aislaría a una gran parte de la población que se vería traicionada, y que se daría cuenta de que está poniendo todo su esfuerzo y el sudor de su frente en ensalzar y entronar a un grupo de personas que sólo quiere su propio bienestar y el de otras élites.

Al ciudadano lo justo. O quizá nada.

Pero digo más...

Puede que haya que inventar una rama de principios oncológicos para el estudio de nuestra sociedad actual, plagada de tumores malignos para los cuales dudo haya quimioterapia efectiva.

La plutocracia podría ser un síntoma de esta decadencia, y se afirma que una plutocracia es más común encontrarla en estructuras sociopolíticas de índole totalitaria o absolutista.

Pero lo más desconcertante es que de "cara a la galería" podríamos tener cortinas de humo tóxico, induciéndonos en una especie de viaje psicodélico para hacernos pensar que estamos en una democracia sólida. Cuando la realidad es que nos han robado nuestra soberanía. Nuestra fuerza. Nuestra razón. Nuestro poder.

Es casi imposible aceptar que podemos estar viviendo una era, sobre todo en Occidente, donde nos han hecho sufrir un coma inducido para que grupos elitescos sin escrúpulos sean los que manejen los ejes, no sólo de lo económico, que por supuesto, sino de todas las áreas vitales para nuestro crecimiento personal, emocional y espiritual.

Es decir, somos una ruina a los pies de los verdugos a quienes nosotros hemos dado el hacha para nuestra ejecución. 

Sin ánimo de ser reiterativa, pero es vital que comprendamos que no existe en ninguna parte del globo un gobierno que se haga llamar a sí mismo una plutocracia. Eso no ha existido históricamente y no podemos referirnos a ninguna nación como plutócrata.

Sin embargo, muy tristemente, los plutócratas se sientan en sus tronos plácidamente, y desde allí mueven los hilos, y son, para nuestra desgracia los grandes amos del valle ideológico que nos está aniquilando.

La "Agenda 2030" (y, ojo, que ya se está hablando de la "Agenda 2050") per sé no es un gobierno. No está estructurada como un gobierno. Pero es, sin miramientos, una plutocracia de rápido y virulento avance. Una pandemia que se ha apoderado de todas las esferas económicas y que benefician únicamente a quienes la aprueban y se hacen cómplices de su expansión por todo Occidente.

Las mafias que financian las políticas migratorias que vemos afectar no sólo a Estados Unidos, sino, quizá con mayor riesgo y consecuencia a Europa, son una plutocracia enferma de poder que al beneficiar a las seudo ONGs y aupar el tráfico de seres humanos, dan la espalda a los millones de ciudadanos que ya han pagado un altísimo precio por tener escoria en sus calles, en sus barrios, con el beneplácito de políticos que lo dan todo por un puñado de votos---y generosas comisiones.

Quizá otro escenario de una plutocracia encubierta la vemos más de cerca, en nuestra propia vida, en nuestros propios trabajos, donde empezamos a vivir en carne propia la intromisión a diestra y siniestra del lobby LGTBQ. 

Las empresas, para tener mejores ratings y altos porcentajes de ventas, se pliegan ante las exigencias de la propaganda para ya no sólo tener en nómina empleados que cumplan con los "requisitos" de diversidad, sino que a los empleados se nos obliga a seguir un protocolo durísimo en el trato hacia estos empleados "especiales," al punto que somos castigados por el absurdo de no "usar los pronombres adecuados." Es decir debemos ser sometidos a los delirios de una minoría.

Obviamente los empleados, sean cuales sean sus credos y sus valores, obedecemos (sabiendo que nuestro empleo estaría en riesgo) las reglas de las cúpulas que manejan los designios de la empresa. Y estas, a su vez, son esclavas de la falta de escrúpulos de las corporaciones que rigen la élite laboral.

Y para quienes quieren ser optimistas y alegar que sólo "los malos" son capaces de aupar la propagación de gobiernos plutócratas en las sombras, pues hay malas noticias...

Las políticas conciliatorias de Donald Trump, que ha sido conocido por décadas, como un as de las negociaciones, son comúnmente criticadas y analizadas por quienes afirman que los EEUU se ha convertido en un régimen plutócrata.

Los Trump, con todo y sus políticas acertadas para el crecimiento económico de EEUU, y sus aspiraciones a gobernar por y para el ciudadano de clase media, podrían estar ayudando a los plutócratas que se han establecido en nuestras altas esferas de poder.

Las políticas económicas del ex Presidente han dado grandes ganacias, grandísimas, a las industrias farmacéuticas y, sobretodo, a la industria de fabricación de armas, que son quizá las más descaradas plutocracias que existen donde se benefician ya no sólo las grandes firmas como podrían ser Pfizer o Lockheed Martin, así como también, sin duda alguna Blackrock y Vanguard, de las que seguiremos comentando en futuros artículos.

Pero este ferviente y despiadado capitalismo mal encausado nos sigue tocando de cerca...

Nuestros doctores. Los médicos de hasta 45 estados de la Unión Americana, han encontrado maneras muy prolíferas de aceptar pacientes que tengan un alto nivel económico.

Tal es el caso del programa MDVIP, fundado hace 24 años y con sede en Boca Ratón, FL. Esta compañía ya cuenta con más de 1,100 médicos en toda la nación. Podría parecer poco, pero cada día se afilian más doctores de diferentes especialidades.

El quid de MDVIP es que el médico afiliado a este programa cobra una cifra que oscila en los $2,000 anuales por paciente en algunas ciudades, con la promesa de un servicio más completo y "personalizado."

Con este programa los médicos reducen su nómina de pacientes a más de la mitad, obligando a una gran mayoría de personas a tener que buscar a otro médico, aun si éste haya sido su doctor de confianza por décadas. 

Hay que recalcar que MDVIP no es reconocida por la mayoría de los seguros.

En el 2021 MDVIP fue adquirido por Goldman Sachs, una de las compañías bancarias más poderosas de EEUU, en el puesto número 55 de las compañías "Fortune 500" con ganancias de más de $46 billones de dólares sólo en el año 2023.

Creo que nos vamos entendiendo...

La salud, que es el bien más preciado que tenemos, y que no tiene precio alguno, ahora también empieza a ser exclusiva para quienes puedan pagar el precio.

Y hemos de hacer un inciso, porque esta férrea crítica a las plutocracias escondidas en nuestra sociedad, no han de ser, por nada del mundo, una discusión centrada en ideologías políticas. No es un debate entre progresismo y derechas.

Los que somos conservadores, tenemos una firme consciencia de que una sociedad bien constituida debe tener una relación óptima con el esfuerzo y la dedicación. Y este esfuerzo ha de verse bien compensado y remunerado. El capitalismo per se no es nuestro enemigo.

Pero se han perdido los estribos. Se ha querido “capitalizar” al mal. Se ha querido imponer una propaganda que mancha de sangre a nuestras democracias. Que erosiona nuestros cimientos. Que hipnotiza a nuestros jóvenes y nos reduce a escombros indescriptibles.

Una vez más, tenemos que volver la vista hacia nosotros mismos. La responsabilidad vuelve a encontrar un crisol en nuestras manos.

Quizá para detectar la presencia de células plutócratas en nuestra sociedad, debemos estudiar las consecuencias que sufrieron las antiguas civilizaciones. ¿A qué las llevó? 

Tendremos que volvernos todos un poco de antropólogos, un poco de arqueólogos quizá...

Es maravilloso poder leer infinidad de biografías de grandes empresarios que se hicieron a sí mismos con esfuerzo y con habilidad y pericia. O quienes multiplicaron como panes una fortuna familiar dilapidada por los malos tiempos. Todas estas hazañas son loables.

Así como es imprescindible aplaudir las estrategias de las nuevas generaciones, como los millennials, que poseen una inteligencia inigualable para la creación de pequeños negocios o "startups" que bien podrían ser los futuros "Google" o incluso una versión limpia de "Facebook" bien alejada de la política, y ampliamente benefactora de sus usuarios

Para los plutócratas en ciernes, los dejo con una frase del filósofo y poeta Hindú Rabindranath Tagore (1861-1941):

"Llevo dentro de mí mismo un peso agobiante: el peso de las riquezas que no he dado a los demás."

Las avenidas están allí, en frente de nosotros, si las queremos ver. 

Y todas ellas, como se dice popularmente, llevan a Roma.

Y esa "Roma," es nuestra libertad. Nuestra prosperidad y, claro que sí, nuestra infinita generosidad de compartir esa abundancia y conducir a otros por esa senda iluminada de capacidad, disciplina y sapiencia.

Este mundo es nuestro, de los valientes, y de los que no escatimamos esfuerzos para estar bien, para hacer el bien y para compartir nuestra luz con el prójimo.

La plutocracia bien puede quedarse en las tinieblas...

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