Monday, December 18, 2023

El Toro Bravo: Gladiador en la Arena, Maestro de Vida

"Jaraiz" toro de Juan Pedro Domecq, nacido en Diciembre del 2012, indultado en el ruedo el 17 de Agosto del 2017

Para los antiguos romanos, aun en los tiempos más primitivos de la república, y con más furor, ya durante los pujantes años del imperio, no había espectáculo comparable al de una pelea de gladiadores.

La figura del gladiador, si bien sabemos era un esclavo común, o en ocasiones, un voluntario que había caído en deudas y necesitaba pagarlas a como diera lugar, estaba dotado de un atractivo especial y una inequívoca vocación por el combate.

Los "lanistas," léase los dueños de las escuelas de los gladiadores, nunca cesaban en su esfuerzo de encontrar y entrenar a los mejores luchadores con quien exhibir la proeza de su "ganado" y su prestigio frente a magistrados, senadores, e, incluso, ante el emperador.

El gladiador vivía, entrenaba y practicaba en el "ludus gladiatorum." El "ludus" era comúnmente parte de la residencia del lanista y poseía un terreno amplio y apto para que los gladiadores invirtieran largas horas, prácticamente el día entero y parte de la noche, entrenando para una futura pelea.

La alimentación de un gladiador era altísima en proteína y cuidadosamente escogida para que el luchador estuviera sano y con plena energía para su combate.

Un lanista experto y con buen ojo para el papel y el manejo de sus gladiadores, también se fijaba en el estilo de pelea que mostraba cada candidato. No todos los hombres que se reclutaban llegaban a pronunciar los votos de un gladiador. Y no todos los gladiadores tenían las mismas habilidades técnicas.

Las peleas de gladiadores se pautaban con mucha anticipación. El lanista cobraba por cada pelea y escogía a los hombres que mejor estaban capacitados para la arena a donde se jugarían la vida misma, cuerpo a cuerpo, con otros gladiadores.

Algunas peleas estaban pautadas estrictamente a modo de exhibición y no había riesgo alguno. Pero las peleas que hacían al gladiador un campeón de la arena y un imponente superhéroe, eran aquellas denominadas "sine missione."

En estas peleas no había posibilidad, para el perdedor, de tener clemencia. El vencedor estaba obligado a rematar a su rival, mientras las gradas se llenaban de aplausos y gritos y vítores para el guerrero.

Una pelea entre gladiadores tenía, podríamos decir, dos objetivos importantes.

El primero, rogar a los dioses por un favor, y ofrecerle un sacrificio por su magnánima intervención divina, y la otra, agasajar a un magistrado que podía estar de visita, o, de igual modo,entretener a un senador que estaría en negociaciones con algún gobernador de provincia.

Cabe destacar que un lanista no tenía absolutamente ningún poder político. Su trabajo era la preparación de gladiadores y proveerlos para el entretenimiento de la peble.

Sin embargo, un lanista dueño de un gladiador que se hubiese hecho campeón por sus victorias, como es el caso de Gnaeus Cornelius Lentulus Vatia , alegadamante el amo del histórico Espartaco, sí que contaba con mucho prestigio y vivía en villas a todo lujo, que, incluso, frecuentaban las figuras políticas de relevancia.

El gladiador tenía un nombre de guerra. Y se le daba un entrenamiento concentrándose en sus estructura física y su agilidad con la espada. Un gladiador tipo "murmillo" quizá es el que más nos ha llegado a través del arte y la cultura. Los murmillones tenían la indumentaria más vistosa, con un casco protector, denominado "Cassis Crista" que cubría todo su rostro y tenía una amplia cresta casi siempre roja, hecha de cola de caballo.

Pero hoy nos vamos a concentrar en un tipo de gladiador, que si bien no era tan popular y tan prestigioso como un "murmillo" es un precursor de las peleas contra animales salvajes.

¡Que entre el "Bestiarius"!



Un "bestiarius" no era un gladiador per se. Un gladiador solo combatía con otros hombres. Los "bestiarii" estaban en su propia categoría y tenían una vestimenta muy minimalista. Se enfrentaban a bestias salvajes que habían sido capturadas para este fin.

La arena se convertía en un laberinto donde, con sigilo, iban acechando los animales en busca de pelea. El bestiario estaba equipado tanto con espadas como con lanzas y se enfrentaba simultáneamente a leones u osos o tigres----O toros.

Un exitoso, valiente y desenfrenado "bestiario" es el precursor de lo que hoy conocemos como un maestro del toreo.

Los enfrentamientos con toros tienen sus orígenes no solo en los circos romanos y las arenas. Van, incluso, más allá, a los días de la civilización minoica e incluso Creta, donde se realizaban juegos que involucraban, saltar por encima de los toros, con un estilo atlético muy similar a la disciplina que hoy conocemos como recortes.

La tauromaquia moderna, que abraza tanto la cría del animal bravo como el espectáculo taurino en la plaza, tal y como hoy la conocemos y veneramos, cientos de miles de aficionados, empezó en el siglo XVII aproximadamente.

La evolución del toro y de su matador ha sufrido enormes cambios hasta llegar a nuestros días, donde el toro bravo, es, al igual que el torero, un artista, genéticamente modificado para la pelea y la embestida.

Para conocer de cerca al toro de lidia, es imprescindible conocer la sicología de un gladiador romano. Es por eso que he querido hablarles de estos maravillosos luchadores para introducir al que es, sin duda, uno de los animales más bellos del mundo.

El gladiador era recompensado con mucho dinero por cada victoria. Un campeón podía amasar una pequeña fortuna después de su retiro. Un gladiador era la fantasía sexual favorita de las mujeres patricias que, a escondidas, pagaban cuantiosas cantidades de dinero, por el placer de una noche junto a un luchador que había arriesgado su vida. Pero nada de esto importaba a un gladiador. Absolutamente, todo esto era prescindible y desechable.

Para el gladiador, el único mérito y su sueño magno era poder, algún día morir peleando y derramar hasta la última gota de sangre sobre la arena.

El "ludus" preparaba su cuerpo. Pero el corazón de un gladiador se autoeducaba con cada movimiento acertado y asertivo de su espada. Un gladiador era mártir del aplauso y de la gloria.

No podríamos amar o comprender la lidia de nuestra era sin captar con cada embestida, esta misma necesidad en los ojos nobles de un toro bravo.

Un toro es un gladiador de nuestros tiempos, despertando pasiones y emociones que no las ha de provocar nada más con igual intensidad.

La corrida de toros no es solo cultura y patrimonio, que, por supuesto, es, sin miramientos, sino también una manera inequívoca de aprender de la vida y de enfrentarnos al mundo en esta batalla por la reconquista de nuestra esencia, nuestra sanidad y nuestra fuerza.

La cruel, pesada e incierta batalla cultural, nos hace a todos pensar casi como gladiadores enfrentándose a un enemigo, que a diferencia de un "murmillo" no podemos ver. Pero que sabemos tiene un vigor descomunal que amenaza nuestra existencia como civilización.

En una corrida de toros, el maestro utiliza la razón y la destreza. Cita y se arriesga. Se vanagloria de que sus luces se manchen de sangre y de vísceras. La caricia de la bestia lo hace crecerse y entregarse.

El riesgo es lo de menos...

El toro, por otra parte, nace y vive para su suerte suprema. El ganadero, desde el tendido, observa, como un buen "lanista" a su guerrero, en el que ha apostado e invertido cuatro o tal vez cinco años de su vida. Sigue cada embestida. Le persigue con la mirada. Lo encuentra debajo de un capote que lo excita. Y aplaude como nadie cuando su guerrero sucumbe a la espada.

Con la muerte del toro, ambos, el ganadero y el maestro, se renuevan y renacen...

Las agendas ideológicas que nos gobiernan y que nos usan y desechan, no tienen más finalidad que convertirnos en esclavos y en víctimas de políticas de género mal avenidas. Un animalismo absurdo que con una narrativa falsa, lo único que pretenden es hacer caja con fallidos negocios de renovables y absurdas y abyectas energías "verdes" que no hacen más que destruir el medio ambiente y el sustento de miles de ciudadanos que se dedican a la agricultura y a la ganadería. Incluyendo, en el caso de España e Hispanoamérica, la cría del toro de lidia.

La agenda 2030 promete conquistarnos en los próximos pocos años y cada uno de sus 17 “mandamientos” es una sentencia de muerte para la manera en que hemos podido entender nuestros valores fundamentales.

Es clave saber quienes son nuestros enemigos en esta pelea con bestias más letales que una manada de leones o cien tigres siberianos. O incluso que un toro bravo, capaz de aniquilar a todos los anteriores y paseárselos entre sus pitones.

Si hay algo que debemos tener muy en cuenta, es que parte de la estrategia de los que intentan manipularnos es enseñarnos a vivir por debajo de nuestras capacidades.

Y con esto, ojo, no me refiero solo a temas de finanzas o de educación. Si no, igualmente, a disminuir nuestra capacidad de dominar y de conquistar a la vida misma y sus vicisitudes con máxima integridad y puntería.

Si hay algo que disfruta y convence a nuestros enemigos políticos e ideológicos es la estupidez y la debilidad de mente. Y mira qué fácil les ha resultado el cometido.

Nuestras jóvenes generaciones se han mermado al punto de ser inservibles en lo académico, lo intelectual y lo laboral. Han perdido el valor al esfuerzo y exigen un modus vivendi que sea flojo y mediocre.

El espécimen que hoy lideriza y se impone es, en el sentido griego de la palabra, un idiota. Débil y moldeable que sólo se atreve a mirar su vida desde un burladero.

El ruedo no está hecho para él. Confunde la prudencia con la cobardía.

Frente a esto, solo nos queda mimetizarnos con la sicología de un animal bravo. Que no se amilana ante nada. Que se ha criado para la embestida y que, a la par de ser arriesgado, es noble, generoso y entregado.

El maestro tiene un cometido, y lo logra, con destreza y paciencia, sacar a la bestia de su querencia, de su zona  de confort, para llevarlo al centro de la plaza. Lo saca de las sombras para bañarlo de luz.

En el burladero están los que no están ni entrenados ni capacitados. Desde allí hay una buena vista de la pelea, pero no les corre en las venas el fuego que arde en las entrañas del torero frente a su guerrero.

En el año de 1992, el compositor Manuel Alejandro escribió una canción, "Torero" para José Luis Rodríguez "El Puma" a dúo con el icónico Julio Iglesias. 

Dicha canción nos habla de dos hombres que, enajenados con la misma mujer, se dan cuenta de que para conquistarla, no hay más remedio que ser un torero. Arriesgando hasta la vida por un beso suyo.

Así como por amor, la lucha por la conquista de nuestra dignidad nos obliga a ser toreros. Nos obliga a prepararnos para una lidia diaria que nos lleve al choque con quienes nos mienten y nos embisten cobardemente por la espalda.

Como a un toro, concienzudamente escogido por su preciada carga genética, así debemos de ser preparados para la batalla que enfrentamos. Debemos agradecer a Dios por todo aquello que se nos convierte en herramienta para la victoria absoluta.

Al ruedo se le entra con bravura y fiereza y es nuestra propia fe quien nos anima.

Hay que tener la sapiencia de un bestiario. Hacer del cuerpo y de la mente una jaula para quienes salivan con nuestra derrota. 

Un extraordinario gladiador podía ser recompensado tras años de pelea y de servicio con el codiciado "rudis." Un pequeño cetro de madera que estaba grabado con las hazañas de dicho gladiador a lo largo de su carrera.

El toro noble, capaz y perseverante en su embestida, se le concede un indulto y es llevado a su dehesa, donde ha de morir de viejo, convertido en semental, rodeado de cuidados y de hembras. Se convierte para el ganadero en un trofeo y en la joya de su dehesa. Y su semilla es promesa de victorias futuras.

La lucha por nuestra civilización, bendita cruzada, nos ha de regalar la libertad. No hay mayor abundancia que dedicar nuestra existencia al esfuerzo y al propósito.

Nada hay más exquisito que adquirir una nueva consciencia, abandonar con fe nuestras dudas y recorrer los caminos de nuestra existencia empapados de sudor, enjugando lágrimas y sentirnos orgullosos porque no sabemos rendirnos.

El toro es un maestro para encontrar en nuestro espíritu bravura, pasión y potencia...

la vida es un ruedo...

El amor y las ganas de triunfo nos citan hoy, mañana y siempre. Sin parar.

¡No dejemos de embestir hoy, lo que no merece vivir hasta mañana!

Monday, December 11, 2023

Taylor Swift: Una Dulce "Miss América" o Un Sospechoso Caballo de Troya Ideológico? O Ambos?


En los Estados Unidos, desde hace muchas décadas, se ha querido buscar en la mujer (sobre todo las ricas y famosas) la que pudiese encarnar el concepto de la "America´s Sweetheart."

Este concepto podríamos traducirlo algo como "La Querida de América." Pero al sonar un poco peyorativo, vamos a hablar, mejor, de "La Consentida de América."

Quizá la más conocida en heredar esta “distinción” en tiempos modernos fue Grace Kelly.

Si bien como actriz era, sin duda, muy talentosa, la belleza de Grace Kelly, nunca pasó desapercibida entre los muchos galanes que la cortejaron y a quienes ella sedujo sin miramientos. Para mediados de los 50s, cuando la Oscarizada actriz conoce al Príncipe Rainiero de Mónaco, Hollywood inicia una de las tareas de propaganda y blanqueo más espectaculares que ha hecho, para que Grace apareciese como una novia inmaculada en su enlace frente a millones de personas en todo el mundo. 

Muchas biografías que han sido publicadas, al igual que documentales, nos hace partícipes de este proceso donde se borra, como por arte de magia, que Grace Kelly, había tenido romances tórridos con caballeros casados, y que lejos estaba de ser una figura de moral intachable.

En los años 90s, el título de la "Consentida de América" se lo lleva como un trofeo la actriz Julia Roberts, que con éxitos taquilleros como "Mujer Bonita," "Magnolias de Acero" y "Eric Brokovich" (que le valió una ronda de premios como actriz protagonista) la colocaron en la cúspide del estrellato. 

Fue durante mucho tiempo la actriz mejor pagada, cuando exigía $20M por cinta, su sonrisa de "Mona Lisa" cautivó a Lancome y hoy sigue, a sus cincuenta y tantos años, cosechando éxitos. 

Tuvo la suerte de encontrar al amor de su vida después de muchísimos compromisos rotos y un matrimonio que duró apenas dos años, donde ella, la novia radiante, escogió ir al altar descalza.

El nuevo milenio, tenía que tener su "consentida." Y después de un proceso de búsqueda exhaustiva, esa preciada distinción se la lleva, finalmente, hasta el sol de hoy, Taylor Swift.

Ni en la época de Grace Kelly, ni en un principio, la de Julia Roberts, el mundo estaba tan condicionado por el uso de redes sociales, ni medios de comunicación digitales, ni agendas ideológicas. 

Los activistas climáticos, que me imagino, habrán existido desde siempre, estarían confinados a sectas ocultas donde hacían sus predicciones apocalípticas en secreto. 

Los homosexuales llevaban vidas muy discretas con sus parejas. Y el Partido Demócrata era simplemente un moderado grupo político donde, si bien, había énfasis en las injusticias sociales, y una economía más intervencionista, jamás se imaginó que se convertiría en el brazo propagandístico de todas las aberraciones que hoy por hoy procrean, propagan, promueven y protegen.

Como hemos dicho muchísimas veces, y esto es importante repetirlo, la industria del entretenimiento, incluyendo el cine, la música, la moda, y hoy por hoy los abominables "influencers," todos son instrumentos para que las tendencias políticas y sociales, y el giro de los valores fundamentales, que vemos proliferar en Occidente, sean un éxito. Nada hay más efectivo que atraer al público a una nueva era como la cultura y la farándula.

Como tantas cosas a lo largo del último siglo, las grandes empresas han empezado a hacer caja con cuanto objeto de deseo caiga en sus redes. Por décadas, hasta el presente, la muñeca Barbie, ha querido hacerse un espejo de las aspiraciones de las mujeres jóvenes, convirtiéndose, en una verdadera "consentida" del público y creando un imperio, hoy por hoy, millonario.

La película "Barbie" aunque tuvo críticas horripilantes por su ácido contenido feminista, acaba de ser nominada para los Globos de Oro. 

Pero la llegada de Taylor Swift facilita enormemente el trabajo de una industria cada vez más hambrienta de "sangre joven" y, por supuesto, un público cada vez más exigente.

Llamémosla Taylor, para acercarnos a su personaje un poco más...

Taylor comenzó su carrera como muchas niñas "prodigio" a los 14 años. Hablamos de una carrera profesional, porque sus habilidades estaban presentes desde que tenía uso de razón. Ya a los 9 años y cantaba en pequeños actos escolares y locales en su pueblo de Pennsylvania. A los doce aprendió a tocar la guitarra.

Si bien sus padres, ambos profesionales, vivían cómodamente en una finca de árboles navideños que había adquirido su padre, era obvio que el talento innato de Taylor les cambiaría el rumbo de sus vidas.

La niña componía sus propios temas y tenía un voz dulce y singular que se dedicó a interpretar temas del género "country" tan popular y tan querido en el estado de Tennessee, donde se estableció con su familia.

Taylor seguía, como era de esperarse, la estela de grandes intérpretes femeninas de su género musical. Pioneras como Patsy Cline, Dolly Parton y Loretta Lynch siguen siendo favoritas en todo Estados Unidos. Y Taylor tenía especial fascinación por Shania Twain, que pudiera haber sido coronada como "America's Sweetheart," excepto que Shania es canadiense y reside desde hace 20 años en Suiza.

Taylor sabía que para abrirse camino en el mundo "country" tenía que venderse como algo diferente. Y se propuso, con maestría, atraer a las adolescentes de las nuevas generaciones, incluyendo, sobre todo, la suya, los millennials, y posteriormente a los GenZ, a la música country de sus abuelos y de sus padres.

Su primer contrato con una disquera lo firmó cuando tenía 15 o 16 años con una emergente firma que se llama "Big Machine." Taylor, de hecho, fue su primer cliente. Seis discos fueron grabados y producidos por Taylor con "Big Machine." Todos, sin excepción, fueron un éxito, y al menos dos o tres canciones se instalaban por semanas en los primeros lugares de popularidad.

Se ganó el reconocimiento de Tim McGraw y Faith Hill, dos gigantes de la música country, y ambos un matrimonio muy bien avenido. También candidatos a ser los "consentidos de América."

Pero Taylor era joven y carismática. Su música "hablaba" de su propia insípida vida amorosa y empezó a crear su propio "idioma" musical. Cada ruptura amorosa era un éxito en ciernes.

Su historial romántico, como el de Grace Kelly, es amplio. Pero, Taylor, no ha protagonizado ningún escándalo. Todo hay que decirlo.

Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, en el 2016, se hace obvio, que la industria del entretenimiento de Estados Unidos, y por consecuencia, casi todo Occidente, tenía que cambiar su estrategia. El nuevo presidente republicano había, al igual que su antecesor, Barack Obama, creado un nuevo rumbo para la batalla cultural.

Los años de Obama fueron una fuente de inspiración para un Hollywood que bien podía enorgullecerse de promover la pugna entre minorías y desatar las desavenencias ideológicas que precedieron a la instauración de los derechos civiles. Películas como "The Help" (que no se traduce como "la ayuda" sino como "la sirvienta") que da el Oscar a Octavia Spencer, es un ejemplo de ello.

La llegada de Trump hace lo propio, despertando los bríos de otra mayoría silenciosa, la más recalcitrante y fanática derecha, que hoy se niega a abandonar a Trump en su segunda cruzada por el poder.

Para sorpresa de los amos de Silicon Valley, Hollywood y demás asociados, el poderío y carisma de Trump, que fue, durante muchos años, la versión masculina de un indudable "consentido" e hizo cameos en films como "The Associate" (La Asociada) con Whoopie Goldberg y "Home Alone" (Solo en Casa o Mi Pobre Angelito, en España e Hispanoamérica respectivamente) era más peligrosa de lo que se esperaba.

La campaña de desprestigio hacia su gobierno, y hacia su persona, claro está, tenía que encender los motores.

¿Quién mejor que los actores, cantantes e influencers para este espectacular trabajo?

Taylor, sin lugar a dudas, era perfecta para el papel. "La Consentida de América" versus el mogul, el 45, como se llamaba al expresidente.

Muy inteligentemente, las reinas, que habían ostentado el título de las más queridas y consentidas de América, se habían mantenido neutras en cuanto a sus posiciones políticas. Además, eso poco interesaba a los fans y a los lectores y medios.

Pero la presidencia de Trump, no estaba en el guion de muchos actores políticos. Por razones múltiples, se convirtió en el enemigo acérrimo del Partido Demócrata, hoy por hoy un grupo abiertamente comunista, marxista y pro cualquier agenda "du jour" que de dividendos.

No seré yo la que defienda a Donald Trump en estos momentos. Pertenezco a una clara minoría que busca poder ver a mi país natal en manos más sensatas y bastante más jóvenes. Pero siendo objetivos, jamás se vio una campaña de desprestigio mayor a la que se le hizo a Trump, y que parece no tener fin.

Ojalá se pudiera ver lo mismo dirigido a Obama o mismo a los Bush o los Clinton. Pero eso es otro asunto.

Volviendo a nuestro personaje, Taylor, era más que obvio, que la inocencia de su imagen y de su repertorio tenía que ser modificada para reflejar los tiempos que vivíamos.

Taylor empezó a cantar himnos de emancipación del colectivo LGTB, y en los vídeos de esta temática, los "malotes" del guión eran los conservadores, que eran presentados como "bullies" intolerantes.

A pesar de haber crecido en un hogar cristiano, de pronto, Taylor, se posicionó a favor del aborto e hizo una campaña fallida entre sus seguidores en contra de Marsha Blackburn, Senadora de Tennessee, que ha sido muy valiente en su gestión como política pro valores tradicionales.

Esta transformación se hace visible con la llegada de un documental sobre Taylor, donde se expone al nuevo avatar de la joven intérprete, "Miss Americana."

Desde el 2020, vemos a una Taylor abiertamente activista. Si bien sigue produciendo éxitos, es más que evidente, que hay un profundo cambio en la imagen de Taylor.

Su reciente gira "Eras" que tiene una duración de tres horas y se pasea por su discografía completa, ha roto todos los récords históricos, generando, hasta la fecha, casi $1B en ventas. El tour se extiende hasta el 2024. Así que hagamos cuentas.

Las librerías tienen más de una docena de revistas especializadas en la carrera y los estilismos de Taylor. La gigantesca cadena de periódicos Gannett ha contratado a un periodista que solo se dedica a seguir las actividades de Taylor. Un "Taylorólogo" se pudiera llamar.

Ni Elvis Presley ni Frank Sinatra ni los Beatles tuvieron periodistas dedicados a su trabajo y trayectoria. Esto es bastante preocupante e incluso sospechoso. Porque francamente el trabajo de Taylor está lejos de ser único o irrepetible. 

Pero todo lo que Taylor ha podido hacer o ser en los últimos pocos años se suma en que la revista Time la acaba de nombrar "Personaje del Año."

Así que la "niña mimada" de América ahora comparte hall de la fama con Adolph Hitler, Joseph Stalin, y Elon Musk entre otros.

Es importante aclarar que este "título" de la revista Time no corresponde a personajes buenos, malos, o todo lo contrario. Se da a personas con máximo impacto social y cultural. Y en el caso de su galardonada, un empuje económico que proyecta inflar a la economía de Estados Unidos con $5B en ganancias, todo en neto y "made in Taylor."

Yo en lo personal no tengo nada en contra de Taylor Swift. Tengo sus discos. Me parece una cantautora muy talentosa y como músico tiene la capacidad de cambiar de género con cada producción discográfica. Una proeza que le conozco a pocos, entre ellos Paul McCartney, que aparte de su inmenso repertorio con Los Beatles y ya como solista, ha sido compositor de sinfónicas.

Taylor es una habilísima mujer de negocios. Es, hasta ahora, la única artista en vender no solo sus discos originales, sino también sus discos “remasterizados” después de haber ganado una disputa, única en su estilo, a su antigua casa disquera, que quiso vender el catálogo musical de Taylor sin su permiso.

La única forma de salvaguardar sus temas fue volviéndolos a grabar con nuevos sonidos y nuevos incentivos para que los fans se olvidaran de su catálogo antiguo.

Pero para los que leemos entre líneas, Taylor se nos ha convertido, quizá sin ninguna mala intención, en un potente Caballo de Troya.

La imagen alguna vez inocente de Taylor hoy parece creada con inteligencia artificial. Tan pronto comienza una relación amorosa, el escrutinio es absurdo. Los personajes que se le acercan parecen asustarse ante una bestia controlada por una maquinaria mediática a quien quizá no le convenga verla en una relación estable.

Los alrededores de su apartamento de lujo en Nueva York son una pocilga de basura, colillas de cigarro y comida, restos dejados por los paparazzi y los reporteros que acampan para captar la imagen de la ídola del momento.

En mi opinión, Taylor es quizá de los personajes más tristes que se pueden conocer. Han vaciado a una mujer de su esencia para convertirla en un avatar programado para los delirios ideológicos que nos plagan. 

Taylor es más máquina que humano, y los aduladores de la industria, se han apresurado y sobrepasado en aceitarla.

No hay que ser genios para darnos cuenta que la marca Taylor Swift es, a la medida, el remedio, el paliativo para una sociedad de consuma deshauciada, primitiva y desesperada. Una americana típica para una Norteamérica decadente.

Como tantas figuras de cera que vemos en las redes sociales, Taylor es un "cautionary tale" (historia de precaución) tal y como podemos a ver a una malograda Britney Spears después de dos décadas de ser un juguete roto. A Taylor se tendrá que vigilar para que no adoctrine las cabezas incautas y vacías de los cientos de millones de jóvenes que la quieren imitar.

A sus 34 años, Taylor, en los tiempos de hoy, se está poniendo muy vieja. No le quedan muchos años para ser una "consentida." La industria buscará a otras adolescentes que se dirán inspiradas por la estela de Taylor.

Por ahora, Taylor responde al patético estímulo que la controla. Hay más música para el 2024. Y si la corriente política se sigue radicalizando, habrá que renovar el guion del personaje. Revisarlo. Acenturalo.

¿Es Taylor una mujer feliz?

Yo lo dudo sinceramente.

Quiero pensar que cuando no hay fotógrafos desesperados. Cuando a sus fans las vence el sueño. Cuando el novio de turno se da la vuelta y se asusta o ya cumplió su cometido, está Taylor, la verdadera, el hada madrina del country, haciendo inventario en su alma...

Y allí, en la oscuridad de su soledad, escribe una nueva canción. Lo único genuino que le queda hacer. 

Si Taylor puede en los próximos años rescatar su humanidad, su dignidad y su integridad, y ojalá así sea, puede trascender a ser una extraordinaria compositora como Joni Mitchell o Carol King o Joan Baez. 

Pero si sigue por este camino tan incauto y tan incierto, ese puente que tan delicadamente nos abre Taylor, la "Consentida de América," con cada canción, inevitablemente, como la rima infantil del Puente de Londres, se desmoronará en pedazos.

Y la industria atenderá su funeral cuando la estrella haga supernova...

"Polvo eres y en polvo te convertirás," dirán mientras programan cuidadosamente al nuevo avatar, y le colocan su banda de la "Consentida de América."

Tuesday, December 5, 2023

Yolanda de Aragón: La Reina de la Propaganda


Los campos de batalla del siglo XXI, poco, o casi nada, tienen que ver con las gestas bélicas de hace 500 o 600 años. Las historias son diferentes. Los motivos para entrar en conflicto se definen de un modo único. Pero sí, podemos decir sin duda que estamos preparándonos para una nueva cruzada, con el fin de salvar, proteger y rescatar a nuestra malherida civilización Occidental.

Hablar en estos términos puede resultar cansino. Un lugar común que hasta podría parecer obvio para los muchos (aunque no suficientes) que hemos despertado y que estamos dispuestos a ser los nuevos guerreros del nuevo milenio.

La pompa que acompaña a estas palabras es cuidadosamente pensada. Las palabras guerra, civilización, milenio, cruzada, y salvación son todas y cada una, palabras dragón que despiertan enorme gozo y pasión para quienes las pronunciamos, y si he podido cumplir con mi cometido, para ustedes que me las escuchan decir.

Esta pasión está canalizada a través de un mensaje que debe resonar con urgencia y nos debe emocionar a todos a seguir la lucha y a aniquilar de una vez por todas a nuestros protagonistas antagónicos.

Nuestra guerra la llamamos "batalla cultural" y a nuestro enemigo, "agendas ideológicas" o "cultura woke" o "los amos de Silicon Valley" o "Naciones Unidas" o incluso podemos darle un nombre propio que sea en sí mismo una definición de muchos personajes con las características de ese personaje. Por ejemplo "Bill Gates."

Si continúo captando su atención, ya los he motivado para que cada uno de ustedes utilice sus dones de letras o palabras o conocimientos de tecnología para crear una estrategia infalible para derribar a nuestro objetivo.

Así como se nos despierta la pasión y el ansia de victoria, también empezamos a salivar ideas y nos sentimos indestructibles.

¡Primero Dios, venceremos!

En estas pocas frases de introducción he generado, de una manera muy primitiva, pero concisa, un mensaje de propaganda.

En nuestras luchas para destronar al mal, hoy por hoy, no hay enemigo peor que la propaganda. Los antiguos romanos, China (antigua y actual), el Imperio Ruso, el Imperio Otomano, todos y cada uno de ellos, sentaron cátedra en el ámbito de la propaganda.

Les he incluso comentado como Ghengis Khan producía su propia propaganda, exagerando su poderío y siendo más que explícito en como lidiar con los espolios de los territorios conquistados. Esta estrategia hacía que sus rivales se rindieran incluso antes de que se acercaran las tropas de Khan, y la victoria de la invasión estaba servida.

El auge del Tercer Reich y toda su monstruosidad dependió casi de manera única en la pericia y la falta de escrúpulos de Joseph Goebles, el Ministro de Propaganda.

Hoy en día se podría decir que el ascenso de Pedro Sánchez Pérez Castejón en la actual España es, por un lado, la desmedida ambición de Sánchez por obtener el poder, y por otro, un conocimiento casi científico de los talones de Aquiles de cada uno de sus rivales y sus aliados políticos. 

El uso de la propaganda es el estandarte que ha dado luz verde a todas las grandes gestas históricas de nuestra civilización.

Pero estos ejemplos que hemos descrito anteriormente tienen, por desgracia, graves connotaciones. Los personajes nos inspiran temor e incertidumbre. Conocemos (o estamos por conocer) las terribles consecuencias de haber puesto a estos personajes o movimientos sociopolíticos en la cima del poder.

Pero las armas de la propaganda también, si se tiene la voluntad y la habilidad adecuada, puede utilizarse para lo que definiremos como "el bien." Hablamos de la constitución o restauración de los valores judeo cristianos que nos definen, el decoro, la integridad y la contundencia frente a las agendas que tan ágilmente nos amenazan. Para mí, y seguro, para muchos de ustedes, esto puede bien reafirmarse como "el bien."

Lejos, muy lejos, de aspirar a llevar vidas épicas, nuestra mayor satisfacción ha de ser el encontrarnos cada día con nuestro propósito, nuestros dones divinos. Nuestros innegables talentos. Nuestra intención debe, por encina de todo, derivar del amor. Si deriva del miedo, estamos perdidos.

Encarar sin temor a todo lo que nos da luz, nos garantiza éxito y una abundancia inimaginable. Pero sobre todo nos regala la mayor bendición a la que podemos aspirar, paz. Salud y paz. Todo lo demás son adornos. Bellos y deseados adornos, pero son, en la jerarquía de lo divino, secundario.

Vivir con propósito, con fe infinita y con convicción nos es recompensado por Dios que sabe en su inagotable sabiduría colocarnos donde debemos estar y premiarnos con la presencia y los afectos de las personas adecuadas.

La figura de Juana de Arco cumple, a rajatabla, con todo lo que he podido expresar anteriormente. Una pequeña pastorcita iletrada de la región de Lorena, en la Francia del siglo XV, que, habiendo padecido de primera mano, los horrores de la invasión de los ingleses con complicidad de los Borgoñones, se sintió inspirada por Dios, y dando a Él todo el crédito, decidió que debía cumplir con una misión divina: liberar a Francia de sus acérrimos enemigos y coronar al Delfín Carlos, que pasaría a la historia como Carlos VII, El Victorioso.

Juana de Arco, la Doncella de Orléans, es la persona que más admiro en el mundo. Es mi personaje histórico favorito y mi modelo espiritual, aun sin profesar la misma religión.

Podría quedarme a hablarles de la historia de Juana por horas y citar las docenas de libros, tanto para adultos, como para niños, que poseo de sus hazañas históricas y su ascenso hasta convertirse, junto a Teresa de Lisieux, en Santa Patrona de Francia.

Pero la historia de Juana de Arco, quizá no fuese posible, o por lo menos no sería tan conocida, tan venerada e indiscutiblemente relevante, si no fuera por su extraordinario "equipo de propaganda" liderizado por la Reina Yolanda de Aragón.

Tristemente, Yolanda de Aragón, no ha alcanzado, digamos, que el estatus, que una mujer de su categoría, sin lugar a dudas merece. Deberíamos todos saber de Yolanda de Aragón, como quién sabe de Leonor de Aquitania, o Catalina de Aragón, la primera esposa de Enrique VIII, o, incluso, de la misma Juana de Arco. 

La muy joven Juana de Domrémy, se convierte junto a su tutora y mentora Yolanda en los polos de lo que sería la triste figura de un Carlos, y que, precisamente, gracias a ambas, es un rey conocido y querido entre las historias de los monarcas de la dinastía Valois en la Francia medieval.

Yolanda tuvo una existencia, para nuestros estándares de hoy, muy corta. Falleció de 58 años. Pero fueron 58 años vividos con intención, astucia y una pasión por Francia que la hace, tras bastidores, la dama de hierro de la incipiente monarquía de su yerno.

Yolanda nunca fue reina por derecho propio, aunque aspiró por años a la sucesión del trono de Aragón donde se favorecía a los varones, a pesar de que ella era la única sobreviviente de los hijos de su padre Juan I. 

Tuvo, por suerte, un feliz matrimonio con Luis II de Nápoles, a quien dio seis hijos, y que confió siempre en las habilidades de su consorte para gobernar. Yolanda era tan bella como inteligente. Y es conocida, históricamente, como "La Reina de los Cuatro Reinos": Sicilia, Jerusalén, Chipre y Aragón.

Pero estos títulos no correspondían realmente a su influencia e incluso poder sobre estas regiones. Aun así fue una brillante estrategia de propaganda para dar a Yolanda prestigio y categoría. Yolanda, apoyada por su esposo, sí que se hizo casi dueña de las tierras del Ducado de Anjou, que estaban en Francia, y de las cuales Luis II tenía legítimo dominio.

Su vínculo con la corte francesa lo tiene al quedarse viuda y concretar una unión entre María de Valois, su hija, y el Delfín Carlos, a quien Yolanda conoció de toda la vida y a quien adoraba.

Carlos fue rechazado por sus progenitores. Un rey completamente loco y una madre que abiertamente recibía a sus amantes en la corte. Carlos nunca supo, aunque se asume que fue el rey, quien fue su padre biológico.

Yolanda, genuinamente, cuidó de la salud de su yerno, y fue idea de ella que se retiraran a vivir a los castillos propiedad de Yolanda en el Loira, donde en 1429 recibirían a la Doncella de Orléans.

Los consejeros del heredero eran escoria, y fue Yolanda quien instó a su yerno que recibiera a Juana de la que ya se hablaba a lo largo y ancho del reino. Juana nunca tuvo vergüenza en decir, a quien quisiera escucharla, que había venido de Dios, y que había sido aconsejada por el Arcángel Miguel, y dos de sus santas favoritas, Catalina de Alejandría y Santa Margarita.

Yolanda lo tenía muy claro, había que recibirla y escucharla. De todo lo demás se haría ella a cargo. 

Yolanda, en términos de la música y el entretenimiento de nuestro siglo, es lo que se conoce como una agente. Las siglas en inglés son AI, "artist development." Este término podemos traducirlo como "agente artistico."

Con un conocimiento impecable de la propaganda y la propagación de esta en los medios y las redes, estos agentes son imprescindibles para convertir a un aspirante a "cumplir sus sueños" en una Mariah Carey o Karol G. Los nombres de Clive Davis, Tommy Mottola, o Quincy Jones han sido ejemplos de esta imprescindible sombra detrás de las estrellas por décadas.

Desgraciadamante, la decadente industria del entretenimiento ya ha prescindido de estas figuras, y ahora a los artistas los asciencen o destruyen las redes y los medios digitales.

Volviendo a 1429, El discurso de Juana era más que convincente y Yolanda la puso a prueba escogiendo a dedo a teólogos de la corte para que la interrogaran sin piedad. Juana pasó la prueba y Yolanda comprobó no solo que hablaba con la verdad sino con indiscutible santidad.

Pero Juana era completamente ajena a todas las intrigas y los protocolos de una corte real. Yolanda era una experta. Así que, la astuta monarca dijo "manos a la obra" y el resto es, indudablemente, historia.

Yolanda, junto al Delfín, se dejan convencer para crear una audiencia frente a la vasta corte de los Valois, donde Carlos hace que se esconde entre la muchedumbre y pone a un impostor en el trono. 

Supuestamente, Juana no conocía a Carlos, y al llegar al trono, hace que duda y se va caminando por el salón hasta toparse con un hombre que, disfrazado, de cortesano, ella lo llama "mi rey" y se postra a sus pies. Los presentes quedaron deslumbrados. ¡Había nacido una leyenda!

Esta escena es de las que más ha trascendido de la historia de Juana de Arco, y se ha hecho ver como un genuino acto de intervención divina. Pero, no, fue una idea de la "Reina Madre" para impresionar a los presentes y empezar a animar a los franceses a deshacerse de los ingleses.

Yolanda tenía un enorme respeto por sus súbditos y sabía que aunque eran gente simple e incluso ignorantes, poseían un gran corazón y eran profundamente religiosos. Juana era prueba de ello.

Yolanda también hizo a Juana la "protagonista" de una conocida leyenda urbana donde se hablaba que una doncella de la región de Lorena vendría a salvar a Francia. Era una profecía que Yolanda en seguida y muy hábilmente hizo correr para que se pensara que Juana era la esperada heroína. Sin duda, el momento que se vivía era óptimo.

Pero muy lejos, estuvo Juana de ser un fraude. ¡Para nada!

Yolanda abre las arcas del reino para financiar a la doncella y proveerla con un ejército del cual ella sería una líder espiritual. Pero bien que se lució como soldado y sus estrategias de guerra eran excepcionales. Sus tropas se rindieron a sus severas órdenes y, casi enseguida, llegaron sus mayores triunfos. Primero Orléans, y posteriormente Chinon y Compiègne. 

Los ingleses atónitos empezaron a hablar de brujería y de hechizos. Pero los capitanes de Juana sabían que, sin miramientos, Juana era una guerrera innata.

Finalmente, Carlos fue coronado rey de Francia en la fabulosa Catedral de Reims, en presencia de su santa doncella.

Pero Juana comete un craso error y es que no acepta que Carlos, ahora, soberano con todas las de la ley, decidió hacer un alto al fuego y tratar de negociar con Borgoña.

Juana sabe que aún quedaba mucha Francia bajo la amenaza de la corona inglesa, y, eso incluía París. Juana desafía las órdenes de Carlos y de Yolanda y se atreve a entrar en guerra con un ejército minúsculo y sin financiación alguna.

Por supuesto, Juana tiene todas las de perder, y es capturada. Un supuesto rescate es rechazado por las cortes de Carlos, y Juana termina siendo una prisionera política que, acaba su corta experiencia en la hoguera, sucumbiendo a la propaganda de sus enemigos que la habían acusado de hechicera.

La propaganda es tan protagonista de la historia de Juana de Arco, tanto como lo fueron los miembros de la realeza. La buena estrella de la doncella es propagada por su legendaria fe y sus convicciones religiosas. Su terrible deceso es el producto de haber alimentado, que su proveniencia divina era fraudulenta.

En el mundo actual, la propaganda, brillante y nada comedida, se ha utilizado para la destrucción y el desprestigio moral de nuestra sociedad. 

La tecnología que hoy conocemos era impensable imaginarla en la corte de los primeros reyes de Valois, o, incluso, posteriormente, de los Borbones.

Muy a nuestro pesar, sin embargo, pareciera que la ambición de poder y de participar en los turbios negocios que financian a las nuevas agendas es más fuerte que todo.

Tampoco, muy desafortunadamente, entre nuestros jóvenes, se ve apuntando a una Juana de Arco, que apenas tenía 17 años cuando libró la batalla de Orléans.

Su firme devoción, su amor infinito a Francia y su lealtad a Carlos, hoy no la tiene ningún adolescente por nada, excepto por su cifra de seguidores en TikTok.

Los movimientos comúnmente allegados a los conservadores son mediocres y hasta esperpénticos. Los líderes de estos movimientos no escuchan a nadie más que a sí mismos, y se dejan dominar por sus egos. De nuestros rivales, esto nos queda clarísimo. Pero, es peor darnos cuenta de que nosotros, que estamos, como se dice vulgarmente, del "lado correcto de la historia," seamos tan poco creativos y estemos tan dispersos.

El tiempo no pareciera estar de nuestro lado. Las "Yolanda de Aragón" se rinden, se corrompen o simplemente se cansan.

Pero hay que desempolvar y recoger los estandartes de la fe y el optimismo. Tenemos que ser implacables y por sobre todas las cosas, creer en nosotros mismos. Dios sabe siempre ponernos en el camino adecuado y enviarnos a nuestros aliados en esta lucha.

No tenemos por qué aspirar a pasar a la historia. Pero sí a escribir, con máxima contundencia y perseverancia, la historia de una civilización que nunca pase.


Monday, December 4, 2023

El Nuevo Milenio, Laboratorio de Experimentos Políticos


En la industria musical, cada vez con más frecuencia, se ha venido utilizando un término para definir a los artistas que irrumpen en el mercado, como quien dice, "de la nada." Son, en su mayoría, jóvenes, que puede que cuenten con una base sólida en las redes sociales, y, acaparan la atención de algún ejecutivo que ve en ellos potencial para ser comercial.

Este término en inglés es conocido como "plant" (planta) haciendo referencia al proceso de hacer germinar una semilla. Es decir, a estos principiantes se les coloca en un terreno fértil deseando ver que den frutos.

La "planta" más conocida de la industria musical hoy en día podría ser Jennifer López, conocida como JLo, que fue en sus inicios una bailarina y aspirante a cantante que Tommy Motola, entonces el CEO de Sony, llevó a la palestra, básicamente como instrumento para intentar perjudicar a Mariah Carey, con quien había tenido un divorcio terrible.

El experimento resultó, y la "planta" dio frutos, y bastantes. Sin embargo, que nos quede algo claro. La señora Jennifer López con todo y su garra, su ambición y su constancia es 100% "autotune." No tiene ni pizca de voz. Lo que oímos cuando canta es pura tecnología, Photoshop auditivo. Mariah Carey tiene una voz que puede modular hasta cinco octavas.

En los últimos años, digamos, en la última década, de pronto, en el ámbito político, hemos visto germinar varias "plantas," cuyos orígenes, aunque conocidos, están bastante distantes de una carrera en política. 

Vemos personajes que dan un salto de fe a las arenas peligrosamente movedizas del poder, y empiezan a dar frutos, la mayoría, podridos

En la música, estos "rookies" (principiantes) mientras tengan las ganas y tengan consciencia de que la competencia es acérrima y que, por desgracia, terminarán en muchos vendiendo su alma al Diablo para cotizar sueldos estratosféricos o acariciar un Grammy, el daño colateral de su éxito o su rotundo fracaso no tiene mayores consecuencias para una sociedad de consumo que, pues, tendrá que esperar para que nuevas "plantas" florezcan en el Billboard.

En el terreno político, estos principiantes, recién estrenados en el manejo de presupuestos nacionales, política exterior, y sobre todo la conquista de los medios de comunicación, no pueden darse el lujo de fracasar. Las consecuencias son terribles para el bienestar de millones de ciudadanos.

Hago un pequeño inciso para aclarar que no se trata de cuestionar los orígenes de un personaje político. Quizá el caso más conocido a finales del siglo pasado, fue Ronald Reagan.

Reagan fue por varios años un actor de Hollywood. Digamos que era un actor, más bien, clase B. No era, ni llegó a ser un John Wayne o un Paul Newman o Clark Gables. Encontró en su corazón una vocación para servir a su país y comenzó una carrera política que lo llevó a ser Gobernador de California. Lo demás es historia. 

Gobernó como el Presidente número 40 por dos períodos y es recordado por su rol en la Perestroika de Mikhail Gorbachev (que luego se convirtió en su mejor amigo) y es recordado como el último gran conservador, posiblemente desde los Padres Fundadores.

¡Como actor fue clase B. Como presidente, Clase A plus!

Por otra parte, una carrera política de décadas tampoco garantiza éxito y aciertos. Véase el caso del actual presidente, Joe Biden, que, a pesar de haber sido senador de Delaware por casi 50 años, ha resultado ser uno de los peores presidentes de nuestra historia, con maniobras de corrupción que hacen de Al Capone un niño de pecho.

Pero nadie puede decir que Biden no es político. Es pésimo político, pero hizo una carrera política que le enseñó los pormenores y los pasadizos secretos que todo aspirante al poder debe tener. 

La sociedad Occidental vive sus momentos más críticos. De hecho, podría estar agonizando. 

Tenemos un renacimiento del Comunismo, un socialismo propio del siglo XXI, donde ya no hay la lucha de clases, pero, Dios, qué clase de luchas. 

Ahora somos colectivos enfrentados en una guerra civil de ideologías, donde se le da voz (y por desgracia voto) a indigentes mentales con facha de activistas.

Estados Unidos, la Superpotencia Mundial, jugando a ser el títere favorito de China. Somos quienes le llevamos la cola al dragón. Poco más. 

La política se ha contaminado de regímenes seudo dictatoriales que no han hecho más que hacer tambalear el estado derecho. 

A los tres poderes de una nación, los que estudiábamos en Ciencias Sociales en el colegio, ejecutivo, legislativo y judicial, ahora agregamos dos más: el "Cuarto Poder" como son llamados los medios y las redes sociales, y un "Quinto Poder" al que me permito llamar a las empresas y organizaciones (léase chiringuitos) que diseñan y alimentan las peligrosas agendas que han de destruirnos si seguimos siendo tan indiferentes y buenistas.

Con este panorama, que ya lleva tomando forma a todo vapor, por varias décadas, nos hemos dado el lujo de ser absolutamente irresponsables, creando y aupando experimentos políticos.

Hugo Chávez Frías fue un experimento político que embaucó a las tres cuartas partes de Venezuela con un programa ficticio que luego se descubrió, era todo mentira. Chávez fue una "planta" del Castrismo cubano, y hasta hoy dura su podrida y nefasta influencia.

Barack Obama fue otro "rookie" que nació en el programa de Oprah Winfrey. Un desconocido senador con un pasado que hoy sabemos es, no turbio. Lo siguiente. 

Casi de cero, Obama llegó a Washington y dinamitó por completo las bases de Estados Unidos con ideologías marxistas y racistas. Lo que fuimos cuidando y sanando en Estados Unidos con respecto a la segregación de los negros--mejor prueba de ello fue haber electo a un afroamericano--Obama lo destruyó de raíz.

Donald Trump es quizá el experimento político que más repercusiones ha tenido en Estados Unidos. Trump fue durante cuarenta años un mogul de bienes raíces, fiel donante al Partido Demócrata, y con un carisma inigualable. Tal fue su fama que hasta hizo varios cameos en cine, como él mismo, y llegó a ser de los hombres más ricos del mundo. 

De pronto, un patriotismo furibundo lo llevó, de cero, a la conquista de Washington.

Tuvo, sin lugar a dudas, una buena gestión, pero su falta de experiencia como político y su carácter sin filtros y sin mano izquierda, lo hicieron, para nuestra desgracia, caer en las trampas de los Demócratas.

Ahora, prometiendo villas y castillas, que dejó sin hacer, quiere hacer un "comeback."

Conmigo no cuenta, pero, lastimosamente, cuenta con la voluntad de millones de votantes desesperados.

Y aquí, en mi opinión, está la clave. No me canso de decirlo, y lo repetiré lo que haga falta.

Estamos viviendo absolutamente al ras, sin esperanza y sin fe. 

Las pésimas gestiones de los políticos tradicionales han creado, a su vez, personajes que sin tener madera de políticos de pronto quieren ser gladiadores. Estos gladiadores caen frente a la espada de la propaganda y la astucia de sus rivales y luego andan, cuasi desangrados, con sus deditos apuntando al votante pidiendo el"missio," la señal para que se le perdone la vida después de una pelea perdida.

En la política de derechas, que es la que a mí me representa, estamos viendo año tras año como estos brotes verdes en política no hacen más que secarse sin haber dado frutos. De hecho son "mala hierba."

En estos momentos, como es normal, los noticieros, YouTubers, Tuiteros y aficionados comentan y aplauden el "landslide" (victoria casi absoluta) de Javier Milei en Argentina. 

Fueron elecciones limpias y los Argentinos eligieron a quien ha prometido barrer e incinerar al Peronismo. Lo de Milei ha sido un fenómeno. Ha triunfado a pesar de sus controversiales declaraciones, sus gestos de loco y sus perros telepáticos.

Milei es un judeófilo empedernido y pasional. Es lo único que me gusta de él, francamente. 

Lo apodan "El Peluca" por su corte de pelo estrafalario. Es el Leo Messi de la política y causa la misma euforia que el futbolista campeón del mundo.

Estas reacciones a un político (lo hemos visto con Trump y con Obama) a mí me preocupan bastante. Me horrorizan los discursos empapados de populismo.

Me preocupa no saber de donde salen estos personajes y quienes los financian.

Me preocupa en demasía nuestra poca autoestima como países y como ciudadanos en una democracia.

De hecho, y con todos mis respetos, me parece triste que a cualquiera de estas caricaturas de políticos de derechas las apoden "El Trump de..."

Milei, El Trump de Argentina, Jair Bolsonaro (otro fracaso) El Trump de Brasil.

Me pregunto yo y si empezamos a exigir más. Mucho más.

Por qué no aspirar a tener al "David de Norteamérica." "El Bolívar de Colombia." "El Pelé de la Política." "El Cervantes de La Moncloa." 

¿Por qué nos conformamos con tan poco?

Tenemos que saber encontrar a los buenos políticos. Y que, por el amor de Dios, sean políticos profesionales. Nuevas generaciones de líderes contundentes que llamen al "pan pan y al vino vino." Personas reales, no figurines de redes sociales.

Anhelemos escuchar voces que se hagan eco de los más grandes de la historia. Que no se resbalen en el lodo que muy perspicazmente ha creado su oponente para que caiga y se hunda y se ensucie. Y si tienen suerte, que se muera.

No estamos en una situación de bonanza para ver jugar a estos señores a ser presidentes. Los juegos al casino. 

Dice el periodista español Federico Jiménez Losantos con respecto a Javier Milei: "hay que estar loco para pensar que la Argentina tiene remedio."

Yo, en lo personal, quiero estar equivocada con respecto al señor Milei. En serio.

No quiero que fracase, pero lo más seguro es que no pueda lograr ni la décima parte de lo que promete. Así ha pasado con estas "plantas" que nos han dado tantos plantones.

Habrá que ver. Muchos quieren darle el beneficio de la duda. Pero yo quiero que podamos ver beneficios porque estamos abrumados con tantas dudas.

Yo seguiré apostando por la política de un Reagan, un Eisenhower, un John Adams. 

Quiero frutos. Mi generación tiene sobre sus hombros un peso enorme. Yo me rehúso a pensar como un "millennial." 

Los "millennials" son impulsivos y viven sus vidas tomando riesgos innecesarios. A ellos parece funcionarles, pero que nadie espere de un "Gen Y" ni legado ni dividendos.

Lo mismo en política. Nos jugamos el tipo, la sobrevivencia de toda una civilización.

Mi voto no es para "rookies."

Al señor Milei, le deseo el mejor de los éxitos. Que Dios lo guíe.

Yo, como Santo Tomás... Ver para creer.


Friday, December 1, 2023

La Holanda de Geert Wilders: Presente Imperfecto, Futuro Incierto


Cuando yo tenía siete u ocho años, no más, tuve mi primera experiencia en un crucero por las aguas del Caribe. Era una línea italiana, y coincidió con mi cumpleaños en Diciembre. Fuimos en familia, incluyendo mis abuelos.

El primer día, justo después de zarpar, lo que más me impresionó fue la llamada, obligatoria, de los pasajeros a proa para un ensayo de como abordar los botes salvavidas (sí, claro que había suficientes, pero eso es otro tema)

En realidad ese simulacro terminó siendo una oportunidad para tomarnos fotos con los chalecos y seguimos nuestras vacaciones sin contratiempos.

A lo largo de mi vida adulta, mis padres, profundos "crucerolovers" me han contado que todavía hoy en día se hacen esos simulacros en los barcos. Siempre.

En los aviones, tres cuartos de lo mismo, a penas despegamos, ya está la aeromoza o el sobrecargo con toda su parafernalia de como debemos usar la máscara de oxígeno en caso de emergencia.

De hecho, en redes sociales, ya se hacen diferentes vídeos de como inyectar un poco de humor a estos minutos en que estás intentando relajarte en tu silla y quieres ver si hay una película buena para las próximas horas. Ojo, Primera Clase no se salva. 

Cruceros y aviones invierten tiempo en estos ensayos por una sencilla razón: la seguridad de todos y cada uno de los pasajeros. Las posibilidades de un Titanic del siglo XXI son mínimas, y estamos de acuerdo, pero ahí están.

Nuestro día a día, sin embargo, nuestra rutina y nuestro verdadero propósito existencial no es, ni remotamente, un ensayo. No hay posibilidad de simulacro. Fuera del ámbito de los viajes y sus protocolos, los únicos ensayos y la única posibilidad de ver un buen acto de ficción está en el teatro.

¿Por qué demonios, entonces, seguimos viviendo nuestra vida como si hubiese un Plan B?

La falta de sensatez que vemos en nuestra esfera sociopolítica se ha vuelto tanto crítica como crónica. Y justo cuando pensamos que estamos aprendiendo la lección, se nos aparece en el panorama electoral un aprendiz o un payaso que no obtuvo plaza en Cirque du Soleil o Geert Wilders.

Entre tulipanes y molinos, y alguna experiencia psicodélica, Geert Wilders (se pronuncia Jeert Vilders) ha sido electo para ocupar el sillón presidencial de Los Países Bajos.

Tiene 60 años, lo cual lo hace un político de mi generación. Desde el año 2006 lidera las filas de su partido, El Partido de la Libertad. Pueden ustedes llamarlo el Milei holandés o el Trump holandés, como deseen. La prensa ya le ha puesto ese sambenito desde las elecciones el pasado 22 de Noviembre.

He visto circular dos vídeos del señor Wilders y francamente estoy aterrada. Para mí Holanda no tiene, ni remotamente, la importancia en el mapa que Estados Unidos o España. De Holanda sé que desde el 2002, su reina consorte se llama Máxima y que, muy tristemente, Amalia, la Princesa de Orange, la heredera, tiene que protegerse de la mafia de su país. Pero estos son temas que incumben a la crónica rosa más que a la política.

Sin embargo, si he visto con preocupación que la población holandesa, sobre todo los agricultores y ganaderos, han visto su trabajo y su esfuerzo de décadas amenazado por las políticas "verdes" y sostenibles que han venido corrompiendo a Europa en los últimos años.

Holanda es servil a la cultura "woke" en toda la extensión de la palabra. Las protestas de los agricultores han dado la vuelta al mundo, y era de esperarse que en tiempo de elecciones hubiese un cambio radical.

Radical es poco para describir a Geert Wilders. 

Y les habla alguien que es orgullosamente de derechas. Yo eso ni lo oculto ni me avergüenza.

Pero sí que me avergüenza que, una vez más, la respuesta a esta agonía moral que vivimos en Occidente sea un populista que disfruta de hacer declaraciones incendiarias sin medir las consecuencias.

Me preocupa que la falta de seriedad del votante nos lleve, sin demora, de Guatemala a "Guatepeor" y luego, con las manos a la cabeza, tengamos que admitir que como votantes conservadores nos morimos de hambre.

Geert es absolutamente de ultraderecha. Extrema derecha. Por respeto, no le diremos "nazi," pero es impepinablemente nacionalista. Podría incluso, en mi opinión, tildarlo de islamofóbico.

De sus primeras declaraciones post elecciones lo he oído llamar a destruir mezquitas y ya amenaza al dictador turco Tayyip Erdogan que no se asome por Holanda (o Europa) porque no es bienvenido. 

Para los votantes, tanto conservadores como liberales (entiéndase libertario estilo Javier Milei no progresista) es, sin duda, menester defender el concepto de inmigración legal, así como entrarle de frente a la batalla cultural de la que sabemos tenemos que salir victoriosos.

Pero, como he dicho y seguiré diciendo todas las veces del mundo, hemos perdido los estribos. La desesperación de salir como sea de los políticos de extrema izquierda y desaparecer del mapa al socialismo del siglo XXI, nos está adentrando en una era que podría ser tan oscurantista e incluso tan peligrosa como la que deseamos erradicar.

Nos vamos del blanco al negro. Sin grises. Así de simple.

Wilders está, al igual que lo ha hecho Milei, en ese proceso de formar una coalición de gobierno para gobernar como Primer Ministro. Lo hizo Giorgia Meloni de igual manera en Italia, y su gestión ha sido buena, aunque no óptima.

Es importante recalcar, que los enemigos que enfrentan estos candidatos de extrema derecha no son ni pasivos ni son improvisados. De hecho, detrás de una oposición política, opera una mafia tanto mediática como ideológica, que es una máquina muy bien aceitada para seguir adelante con sus agendas y llenar sus arcas.

En el caso de las dictaduras bananeras de América del Sur, vemos la mano de China, de Rusia, e incluso la sombra del narcotráfico. 

Es francamente alarmante que la ultraderecha siga avanzando por Europa. Tristemente, la historia, de alguna u otra manera, se repite. De las pachangas amorales que ha padecido el Viejo Mundo, llegan gobiernos que dan giros de 180 grados. Algunas veces con grandes aciertos, como el caso de un De Gaulle, y, en otros casos desalentadores, vemos la llegada del fatídico Tercer Reich.

Por supuesto, y aclaro, que no vendrá un segundo Hitler. Pero lo que sí que vemos es la ascensión meteórica de avatares (que no personas) que crean política y se fortalecen a través de las redes sociales.

Wilders no pareciera querer tener un aspecto presidencial. También él hace alarde de su excéntrico pelaje rubio y nos recuerda a una especie de Mozart que no sabemos si está medicado. Como Milei, a veces, pareciera que sus ojos perdieron el norte, y nos deja boquiabiertos con cada frase.

Muchas personas de derechas estamos viendo estupefactas los levantamientos en masa de estas trombas extremistas, como la que aconteció en Dublín, la capital de Irlanda, hace pocos días. 

En España, en las diversas marchas pacíficas, en contra de la amnistía a los delincuentes del golpe de estado del 2017 que ha prometido Pedro Sánchez, se han mezclado, muy asiduamente, grupos de extrema derecha, a los que, inevitablemente, se vinculan con el Partido Vox, aunque no lo sean en lo absoluto.

En Alemania, actualmente gobernada por títeres verdes y biodegradables, podría llegar en los próximos comicios electorales, el partido de ultraderecha Alternativa Para Alemania, que en estos momentos ejerce de oposición principal. Es decir, es la segunda fuerza política.

El grave problema que veo con estos políticos, que verdaderamente son de extrema derecha (no es un mote) es que ni saben expresarse correctamente ni gestionan debidamente los problemas que dicen poder resolver.

Se presentan como superhéroes, y luego vemos que son poco más que El Chapulín Colorado. Se piensan infalibles, pero las mafias los envuelven en sus telarañas y sus ofensivas y los vemos sucumbir, dejándose arrollar por la maquinaria de la propaganda.

Donald Trump, el Mick Jagger del partido Republicano, y, para bien o para mal, el candidato de este partido con más posibilidades para ocupar la Casa Blanca en el 2024, ha vuelto, como siempre, caído en una trampa.

Una trampa de la que su ego y su desesperación no lo han podido salvar.

El grupo Black Lives Matter, que sabemos hasta la saciedad que es un fraude, y que sin dejar dudas fue quien más destrozó la presidencia del señor Trump en el 2020, lo acaba de apoyar para las presidenciales del próximo Noviembre.

¿Y que ha hecho Trump? Pues se ha ido a sus redes sociales a alardear de que un grupo tan falsario y tan esperpénticamente corrupto lo ha apoyado para ser el próximo presidente, alegando que los Demócratas ya no son el partido de su confianza.

¿Y alguien puede creer esto? Es una trampa. Pero Trump está deseoso de que se le vea como el invencible, el redentor de las minorías oprimidas.

Detrás de estos candidatos, gustosos de arder en la cola del cometa, van los oportunistas que trafican con esperanzas y se burlan de sus votantes y hacen negocios del patriotismo pasional.

La leyenda negra, de la que hasta antaño huía el movimiento conservador, también se pasea entre molinos y tulipanes... 

La vida no es un ensayo. La situación económica que atraviesa Occidente es crítica, y no digo cuatro jinetes, no, un ejército entero de caballería podría anunciarnos un inminente apocalipsis moral y espiritual del que va a ser difícil escapar.

Lo que vemos, por desgracia, cegados por la desesperación, descriteriados y sin rumbo, son pequeñas polillas egocéntricas que vuelan hacia la luz para morir calcinadas, pensando que han salvado al mundo.

Luego, cuando las vemos caer a nuestros pies, tenemos que salir a barrer los escombros.


Los Antihéroes y su Esquema para la Salvación de Occidente

En 1940, llega al fabuloso mundo (o más bien el inframundo) de Ciudad Gótica, uno de los personajes más enigmáticos y complejos de lo que co...