Tuesday, March 5, 2024

Más Allá del Arco Iris: El Oz del Siglo XXI




La película "El Mago de Oz" es, sin lugar a dudas, una de mis películas favoritas de todos los tiempos. La primera versión que vi fue en formato VHS en los años 80s. Era una copia mala, borrosa, pero estaba traducida al español y se ganó mi corazón y mi juvenil atención al instante.

Cuántas veces la vi en mis años de juventud? En verdad no sabría decirlo. Parecía que duraba horas enteras, cuando la realidad es que sólo eran 101 minutos de gloria, de encanto, de magia, y de enseñanzas. 

En aquel momento la gran lección que aprendimos es que, verdad de Dios, "no hay nada como el hogar."

Este film fue un éxito tanto de crítica como de taquilla. Fue dirigido (un poco a regañadientes) por el magnífico director Victor Fleming, que tuvo que abandonar la producción para rescatar a "Lo que El Viento se llevó."

Si bien el film sobre la Guerra Civil se llevó el preciado Oscar a la mejor dirección, para mí, las aventuras de Dorothy Gale en la tierra de Oz, son insuperables.

Pocos saben que "El Mago de Oz" es una colección de 14 libros del escritor Lyman Frank Baum, nacido en 1856. "El Maravilloso Mago de Oz," como fue titulado originalmente fue publicado en Mayo de 1900.

El film está basado, mayormente en el primer volumen de estas historias de fantasía, y si bien Baum intentó sin mayor éxito llevar su cuento a los escenarios y a las pantallas, 20 años después de su muerte, la Metro-Goldwyn-Mayer, sorprende con una producción millonaria que, hoy por hoy, La Librería del Congreso considera un tesoro nacional.

Al hablar de Oz, y de Dorothy y de toda la trama del film, indiscutiblemente nos tenemos que enfocar en su banda sonora, que nos trae la balada de una niña, que junto a su perrito Toto, sueña con un lugar donde no hay dificultades y donde sabe que será feliz.

Este magnum opus "Más Allá del Arco Iris" es una de las canciones más conocidas en el mundo, y fue durante su corta y trágica vida, la canción con la que identificamos a Judy Garland, su mejor intérprete.

El tema fue compuesto para la cinta cinematográfica por Harold Arlen, con letra de Yip Harburg, en 1939.

El film, si bien es una película familiar, sabe cómo hacer para que nuestras emociones pendan de un hilo. Podemos disfrutar de escenas entrañables, el despertar de Dorothy a lo que pudiera ser un primer amor, y terroríficos escenarios cuando no sabemos si Dorothy podrá escapar a la malvada Bruja del Oeste.

Me gustaría poder analizar esta novela de fantasía y traerla a nuestros tiempos, tan surrealistas y tan esperpénticos como las escenas que dirigió Fleming hace 85 años.

Les confieso que a mí, en lo personal, el arco iris, cada vez que lo veo aparecer en el cielo en todo su esplendor, me lleva a "El Mago de Oz" y su entrañable tema principal. 

Un arco iris puede explicarse, en términos muy sencillos, como el reflejo del sol entre fragmentos de agua suspendidos en el aire. Hablamos de lluvia, neblina, e incluso rocío.

Nuestro ojo, al desnudo, sólo puede apreciar el espectro que Isaac Newton estudió como los siete colores primarios y secundarios. La realidad es que los tonos de un arco iris acaparan incontables variantes.

En el tráfico agotador de la ciudad, camino del trabajo, ver aparecer un arco iris es una dosis magnífica de dopamina.

Pero este precioso fenómeno natural está siendo secuestrado en la actualidad, y es aquí donde llevaré a mis lectores a un viaje más allá del sueño, y en medio de un tornado implacable entre fuerzas mediáticas y consignas empresariales, aterrizaremos en Oz, un Oz tan vivo y tan real como cualquier trozo de tierra de nuestro vasto Hemisferio Occidental.

En esa atroz escenografía debemos encontrar a un lobby altamente peligroso que amenaza con destruir nuestra civilización. Al igual que el mago del film, sabemos, los que hemos despertado nuestra consciencia a la verdad, que no es más que un pobre charlatán que se esconde tras las cortinas y el humo de un castillo tenebroso cubierto de esmeralda.

Pero su poder sobre los habitantes de esta tierra fantástica es absoluto. Nada es lo que parece. 

Para esta batalla cultural, no se vale estar en nuestra zona de confort. Hay que dejar lo familiar y lo aprendido para entender cada trampa que se nos ha puesto. Conquistar nuestro objetivo, nos devolverá la integridad soñada. Y un poco de la normalidad que añoramos.

Como en la historia, tenemos que pensar, que Dios, en su infinita sabiduría nos ha de llevar a lugares impenetrables para conocer nuestra capacidad de raciocinio y nuestra propia valentía.

Atrapados en nuestro Oz, hay cientos de miles de jóvenes--y no tan jóvenes--amenazados por La Bruja del Oeste.

No podemos ser ingenuos y pensar en un trivial punto cardinal. El Oeste son milenios de historias y de valores, que entrelazados entre sí, nos han hecho protagonistas de hazañas; nos han hecho construir imperios y, hoy por hoy, nos ha hecho volver a tener que embarcarnos en una cruzada contra fuerzas abominables para una reconquista decisiva y permanente.

A este Oz hemos llegado, hay que recordar, a través de la violencia de un ciclón. Nunca vimos las coordenadas y llegamos al refugio cuando ya las puertas estaban cerradas.

Nuestra búsqueda desenfrenada de protegernos, nos nubla la razón y no vemos a quienes, con un severo golpe en nuestra cabeza, nos ha quitado el sentido.

En ese momento, en nuestras redes sociales, somos un trending topic, y vemos aparecer por doquier las palabras #TodosSomosDorothy.

Por la ventana, a la usanza del film, vemos volar a todos nuestros adolescentes, nuestra razón y nuestra moral. Todos con dirección a Oz, hipnotizados por la magia multicolor de un arco iris.

Haciendo mi investigación para mi artículo sobre la Generación Z, me alarmé al descubrir que más de un 40% de dicho grupo, compuesto por veinteañeros precoces y adolescentes sin rumbo, se identifican con el espectro del lobby LGTBQ.

Lamentablemente, nuestra visión sólo conoce parte de este espectro, que ya acapara, peligrosamente, todo nuestro abecedario, y, para los más radicales promotores, se han normalizado las letras "P" y la letra "Z" que pretenden arropar a los criminales atraídos a los menores y a los aberrados que se excitan sexualmente con animales.

En Oz hay lugar para todos. El arco iris es únicamente el umbral. Es demasiado tentador no cruzarlo. Después de todo, sin brújula en mano y con tantas palabras bandera (tolerancia, diversidad, inclusión), qué de malo puede haber esperándonos en Oz?

La homosexualidad es una preferencia sexual. Se define como la atracción sexual y/o afectiva hacia las personas de un mismo sexo. 

En el antiguo Egipto, dícese de haber encontrado a una pareja de hombres homosexuales en el año 2,400 AC.

Hasta 1952, en los Estados Unidos, cualquier variante fuera del espectro hombre-mujer fue considerado un desorden mental. A partir de esta segunda mitad del siglo XX, hubo una profunda revisión al manual del Instituto Nacional para la Salud Mental, y en 1973, se llegó a la conclusión que una persona no heterosexual no tenía ningún tipo de influencia negativa en el desarrollo de nuestras comunidades.

Cincuenta años después, en este complejo Mundo "Oziano" debemos replantearnos lo que se ha querido hacer con una población completamente embrujada, debilitada y decimada, y, si me lo permiten, engañada y abusada.

Hago un inciso para aclarar, que a pesar de que "El Mago de Oz" fue un éxito comercial como una historia para los más jóvenes, L Frank Baum, en realidad, produjo una novela empapada de la actualidad sociopolítica de sus tiempos, incluyendo la llegada del fenómeno del populismo, el auge del oro sobre la plata (de ahí la creación del enigmático camino amarillo) y un largo etcétera, que seguro nos llevaría a escribir docenas de ensayos.

Pero nuestro Oz, se quiere centrar en el rescate de nuestra civilización y en hacer justicia a los que pretenden hacer de nuestra sociedad una pesadilla con personajes caricaturescos que carecen de cerebro como el Espantapájaros, de corazón como el Hombre de Lata y de coraje como el León, protagonistas que Dorothy encuentra en su camino hacia Ciudad Esmeralda.

Oz no es ni para niños ni para mentes endebles, aunque, muy lamentablemente, son éstos los que han caído en su trampa.

En estas cruzadas tenemos al Cielo como aliado, que no nos quepa duda. Para ello, hemos de contar con la sabiduría y benevolencia de nuestra Bruja del Norte, que le roba a la difunta Bruja del Este sus zapatillas de rubí. 

Las zapatillas son ni más ni menos nuestra propia fe. Sabemos que en ellos está el poder de vencer la Oscuridad y regresar a casa. Lo que tenemos que tener en cuenta es que no podemos regresar con las manos vacías. 

La presencia Divina en nuestra historia la podemos recordar cuando Dorothy, Toto y el León sucumben a los vapores venenosos de un magnífico campo de amapolas, desde los cuales ya, a pocos metros se levanta Ciudad Esmeralda.

La Bruja del Oeste ha creado este campo, que es una metáfora infalible para los efectos de las drogas (la heroína se procesa a partir de las amapolas, recordemos éso)

Este contratiempo paraliza el entusiasmo de los viajeros y sólo la intervención de Glenda, nuestra hada protectora, logra romper el hechizo y hace que los durmientes retomen el camino dorado.

Es importantísimo saber que nunca estaremos solos. Lo repetiré las veces que haga falta.

Tenemos tanto tiempo en nuestras andanzas con y para Oz, que hemos visto como el espectro hoy conocido como LGTBQ, no sólo tiene una historia vasta, sino que ha abrazado a personajes tan fascinantes y brillantes como Pyotr Ilych Tachaikovski, Friedrich Nietzsche, Sappho, y más recientemente artistas como Freddy Mercury y el primer actor Richard Chamberlain.

Lo que menos importa de estos personajes es su preferencia sexual. Y es que aquí está el quid del asunto.

Los que manejan los hilos más allá del arco iris no se conforman con que cualquier ser humano quisiese acostarse con quien le plazca. Al final de cuentas, a quién le importa? A mí, desde luego, no.

En Oz, nuestro mundo kafkiano, no hay límites para el mal.

La conquista del intelecto, de la moral y de la economía es una meta que obsesiona a la Bruja del Oeste. Es capaz de destruir lo que sea por conseguir su objetivo final, y para desgracia nuestra, ya ha avanzado tanto, que lo único que nos queda es nuestra esperanza y nuestra fe.

Dos personajes de L Frank Baum aparecen en el camino. Dos personajes que son importantísimos para esta analogía: Los monos voladores con su sombrero dorado y los temibles guardias del castillo de la bruja.

Los monos voladores son una víctima más de los maquiavélicos poderes de nuestro enemigo. Llevan puestos un sombrero que los hace absolutos esclavos de su amo. Vuelan alto y no son más que los idiotizados "celebrities" e influencers que pululan las cuentas de Tik Tok a los que se han hecho adictos  los jóvenes que sin saber por qué se identifican como queers, aunque la mitad no pueda, en su delirio, explicar como ha llegado a tal conclusión.

Los guardias de la bruja con sus lanzas acorralan a los viajeros. La Bruja aparece ante nosotros, por primera vez, con todo su poder. Cruel hasta los huesos, prende fuego al espantapájaros y Dorothy para salvarlo le echa agua a su amigo salpicando a la bruja que, ante la mirada atónita de sus guardias, se derrite.

Los guardias, nos damos cuenta, también estaban sirviendo a un amo que repudiaban y regalan a Dorothy la escoba de la bruja como trofeo de su hazaña.

Nuestro trofeo es que nos puedan devolver a nuestros jóvenes y a todas aquellas personas que desesperadas por pertenecer y de recibir cariño, comprensión e inclusión han vendido su dignidad, su salud mental y hasta su alma.

Los que manejan los hilos quieren utilizar a la comunidad del arco iris para fines nefastos, creando a su paso testimonios espeluznantes con pronombres inventados, apariencias alucinantes y una riada de manifiestos, que, si los escuchamos con el corazón, son desgarradores gritos de auxilio.

Digo más, las personas de la comunidad del LGTBQ, en cualquiera de sus variantes, hombres y mujeres, que sólo ven su sexualidad como una preferencia y nada más, viven sus vidas tranquilas y perfectamente normalizadas y no son para nada atraídos al mundo del lobby del arco iris. De hecho, lo rechazan profundamente por la cruel estigmatización que pretenden hacerles.

Pero Oz está hambriento de ambiciones desmedidas. Debe crear pequeños monstruos para seguir viviendo. No se rinde y tenemos, de nuestra parte, pocos soldados.

Las pocilgas mediáticas están aliadas con los dominios de Oz. Las empresas hacen caja con las mentes vulnerables que están deseosas de matar su decidia y su soledad. Por lo que hemos visto hasta el trono de San Pedro está en peligro, con la posible existencia de un cisma en Europa como no se veía desde los años de Martín Lutero.

Al final nos damos cuenta de la falta de Dios y de amor que nos rodea.

La ignorancia acecha. La indiferencia es vasta. La ambición es desmedida.

Qué desgracia que quiera hacerse propaganda de un lugar más allá del arco iris que no lleva a más que a bosques tenebrosos, una inseguridad y una búsqueda de ídolos falsos.

La creación de una nueva consciencia para este mundo en que vivimos es una tarea vital, aunque está plagada de obstáculos. Pero vale la pena el esfuerzo.

Debemos hacernos inmunes a la mentira de esa promesa de un lugar sin conflictos. El pelear con nuestras limitaciones y el alimentar nuestra alma con fe infinita es la garantía de nuestra supervivencia y nuestra plena felicidad. No dudemos de ello nunca jamás.

El arco iris dejémoslo para que deleite a nuestro horizonte.

Abracemos nuestro sentido común, nuestra integridad y nuestro propósito y dando gracias a Dios digamos con plena seguridad y convicción: "Sí, no hay nada como el hogar." 

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