Monday, August 21, 2023

Dylan Mulvaney, El Verdugo de la Bud Light

 


Por qué he querido hoy dedicarle mi editorial a este personaje?

Muy sencillo...

Porque cuando hablamos tan apasionadamente de la batalla cultural, como yo he decidido hacerlo en este medio, es menester conocer contra qué nos enfrentamos. Es imprescindible saber medir el calibre de nuestro contrincante, una masa maligna que ha contagiado al mundo, pero sobretodo a la sociedad occidental.

Dylan Mulvaney es un síntoma clave de que algo no anda bien. Pongamos un ejemplo claro. Una mujer, como debe ser, se hace un autoexámen de sus senos, y un día, se palpa una dureza que para su sorpresa y alarma, no había estado allí antes. Con responsabilidad, ha de hacérselo chequear para descartar un diagnśtico más serio como podría ser un cáncer.

Pues Dylan es ese "bultico" que nadie vio formarse y ahora se ha convertido en un tumor maligno que no ha hecho más que dañar el frágil y distorsionado criterio de millones de jovencitos que consumen a borbotones su contenido en Tik Tok.

Para este análisis utilizaremos el género masculino y sus respectivos pronombres, pues no pienso, y espero que ustedes tampoco, entrar en el juego infame de creer que este personaje es una mujer. No lo es. Lo sabemos todos, incluído el propio Dylan.

Dylan nació en la ciudad de San Diego, California, supuestamente en una familia muy conservadora. Quizá sea a propósito pero poco se conoce de la infancia de este chico. Lo que nos ha llegado hasta ahora, posiblemente sea todo un guión escrito por un equipo al que Dylan se ha subscrito para que maneje su infamia y sus apariciones públicas. Yo me atrevo a decir que nada de lo que se ha publicado sobre él, incluyendo, sus propias declaraciones, cuentan la verdad. Todo debe ser un invento pulcramente estructurado para causar el mayor impacto y daño posible.

Tiene casi 27 años y cuenta con cientos de millones de likes en su red fetiche, Tik Tok. Su salto al ojo público, como miles de otros creadores de contenido, sucede justo con la pandemia en el 2020. Los obligados confinamientos que se impusieron alrededor del mundo, crearon un caos sicológico--y aburrimiento crónico-- en muchísimas personas, y el surgimiento de infinidad de cuentas de redes sociales para hablar de cualquier cosa, discutir la actualidad, o hacer comedia, es incontable. Muchos han tenido éxito y se mantienen activos hasta el sol de hoy.

Pero, oído al tambor, el señor Mulvaney no es un improvisado. Un "Tik Toker" más. Habiendo estudiado música y actuación, aspiraba a ser actor profesional de Broadway, donde, como es de imaginar, pasó sin pena ni gloria. Uno más del montón. Se sabía que era homosexual y era activista, seguramente, como tantos, para clavarle un par de banderillas negras a sus padres, que seguramsnte le habían procurado una educación profundamante religiosa.

Sin un trabajo fijo y con unas ansias de llamar la atención a cualquier precio, Dylan el actor se convierte en Dylan el Tik Toker con un alter ego, un avatar, del que se ha alimentado desde el primer vídeo: un travesti. 

Dylan ha moldeado su imágen con sumo cuidado, al punto de hacerse una cirugía a principios de este año para afeminar sus facciones. Sabe modular su voz y se pone rellenos para dar la (terrible) impresión que su pecho de hombre, tiene senos.

Sus trapos de mujer, empezaron por ser, imagino yo, los que se verían descartados en los teatros donde participaba. Luego ya se hizo looks más sofisticados y empezó a modelarlos en una serie llamada: "Days of Girlhood" traducido como "Mis Días como Niña" y atención, que este personaje no es una mujer. Dylan Mulvaney quiere imitar a una adolescente, llegando incluso a mofarse de los síntomas pre-menstruales que sufrimos muchas mujeres.

La serie ha sido todo un éxito, y de pronto surge un fenómeno alrededor de este ridiculísimo personaje, que es seguido por celebridades clase A, siendo él un pobre muñeco de trapo clase B--sin clase alguna.

Pero cuál es el gran problema de Dylan Mulvaney, esta especie de "Guasón" mediático con perenne expresión de susto y gestos exagerados? Que ha llegado a las más altas esferas de influencia mediática y política en los Estados Unidos.

Este chico fue recibido en la Casa Blanca por el Presidente Joe Biden en Octubre del 2022. Y muy emocionado, el senil mandatario ha dicho que es un ejemplo a seguir y un orgullo para el movimiento transexual. Mulvaney es un vulgar drag queen. Nada más. Uno más. Pero todo vale.

A partir de esta aparición en la sede del gobierno americano, numerosos actores han querido rendirle pleitecía, como es el infame episodio en que Drew Barrymore, la simpática niñita que robó corazones en la película E.T., hace 40 años, se le arrodilló a este adefesio llorando y llamándole su "heroína." Eso está documentado en la creciente hemeroteca de Dylan Mulvaney.

Nada, sin embargo, puede compararse con ese estrepitoso episodio donde el recién electo y galvanizado equipo de mercadeo de la Bud Light, una de las cervezas más populares de Estados Unidos, habiendo patrocinado docenas sino centenerares de eventos deportivos, y cuyos comerciales con los espectaculares caballos Clydesdales han deleitado a múltiples generaciones, contrató los servicios de Dylan Mulvaney.

Los millenials, abiertamente woke que diseñaron la campaña de Bud Light, querían contar con Mulvaney para dar un vuelco a la imágen que se había tenido de la compañía matriz Anhauser Busch. No conforme con cambiar las reglas del juego, los jóvenes ejecutivos dieron unas declaraciones donde insultaban a todos los consumidores y clientes de su cerveza llamándoles retrógradas y casposos.

Dylan Mulvaney apareció en Tik Tok disfrazado de Audrey Hepburn en "Desayuno en el Tiffany" promoviendo la cerveza y celebrando que había recientemente cumplido 1 año como "mujer." La mejor de las respuestas a esta infamia, es que si sólo tenía "1 año" no podía beber legalmente por otros 20.

Para conmemorar esta inolvidable "hazaña" de el nuevo portavoz, Bud Light diseñó una colección limitada con las latas de cerveza con la antipática imágen de Mulvaney muy sonriente.

Casi inmediatamente las feroces reacciones de los consumidores de Bud Light que siguen siendo muy tradicionalistas e ideológicamante conservadores, lanzaron un boicot sin cuartel contra la Anhauser Busch. El cantante de rock Kid Rock se lanzó a sus redes a hacer una demostración de tiro al blanco con uno de sus múltiples rifles, utilizando latas de Bud Light como diana.

Las redes se inundaron de insultos contra Mulvaney y contra los responsables de esta infame campaña publicitaria. Pero, por desgracia, para Anhauser Busch, el daño ya estaba hecho.

Hasta la fecha, la cervecería ha perdido casi 400 billones de dólares en venta, y puede que jamás se recupere.

Dylan Mulvaney se quiso defender y acusó a su empleador de no haberle protegido durante este impresionante boicot sin precedentes. Pero como está en su naturaleza, el avatar de Dylan se ha vuelto más agresivo y sus apariciones son cada vez más provocadoras. En otras palabras, Dylan se ha desquiciado.

De este incidente se pueden sacar varias conclusiones. Vamos a profundizar en tres.

La primera, la repercusión de una mala campaña publicitaria como la que quiso implementar la Bud Light, nos habla claramente que los Estados Unidos, tiene, afortunadamente unos valores muy arraigados a su cultura. Muchos de ellos, defendidos por una constitución y unas tradiciones que no se pueden comprometer ni ensuciar con la purpurina estridente de un travesti. Ojalá estos valores fundamentales puedan ser respetados y anclados en una sociedad como la de una potencia, como es la Unión Americana, lejos del populismo y las excentricidades de ciertos personajes políticos. Pero éso es otro tema.

Segundo, pudimos darnos cuenta, que el tener millones de seguidores en redes sociales, lejos está de "ser famoso" o de genuinamente tener influencia. Si bien muchos creadores de contenido tienen patrocinadores, en el momento, en que estos patrocinadores se asocian con estos controversiales seudo artistas, se ven envueltos en tal polémica con bajas incalculables de ventas en sus productos, que no les queda más remedio que volver a su fórmula original. Aparte de la debacle de la Bud Light, firmas de belleza como Maybelline han querido pagar a travestis para sus productos de maquillaje con resultados atroces.

Y tercero, y la más seria de todas las conclusiones, es la consecuancia sicológica para estos personajes que más allá de causar escándalos y recibir tanto aplausos como burlas, son tristes payasos que están siendo utilizados para tratar de destruir a una sociedad que se ha mantenido estructurada por valores fundamentales. Y que, queriendo ser optimistas, pueda ser mucho más resiliente que lo que imaginamos. Estos chicos, trás bambalinas, y antes de maquillarse y salir al "escenario" deben ser profundamante depresivos, inconformes y deben estar poseídos por demonios despiadados como la falta de autoestima y, tristemente, la adicción a las drogas o el alcohol. No sé si es el caso de Dylan Mulvaney, pero algún día quizá él mismo, lo termine confesando.

Es importante conocer los síntomas que aquejan a una sociedad tan deshauciada como la que nos ha tocado vivir. Dylan Mulvaney algún día pasará de moda. Esperemos que pueda escaparse de su personaje antes que éste lo asfixie por completo.

Quizá este triste comediante no sea, en esencia, una mala persona. En este análisis mis palabras están dirigidas a su alter ego. Pero bien que tenemos que ser extremadamante vigilantes con nuestros jóvenes, y más aún las hembras, porque no se trata de recibir lecciones de maquillaje de estos esperpentos. Es que son misiles que van directamente a las mentes de los adolescentes. 

Tenemos que darnos cuenta de lo maquiavélico que son los medios de comunicación y los personajes públicos que se jactan de promover a estos influencers para, en ello, protestar causas patéticas, la mitad inventadas, sin medir las consecuencias.

Pero para encausar esta lucha y retomar las riendas de nuestras vidas, tenemos que ver de una vez por todas y sin miedo que sí que es posible que el diablo se vista de Prada.







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