Monday, April 29, 2024

Los Millennials: Sabia Savia de Nuestra Civilización



Las orquídeas son plantas de la familia de las "Orchidaceae." Su flor sea posiblemente una de las más bellas del mundo. En Venezuela la orquídea era considerada la flor nacional, y hoy en día el cultivo de orquídeas es de los más populares entre los horticultores y aficionados.

Existen aproximadamente 28,000 especies de orquídeas. La más común, y también la más comercial sería la especie de orquídea conocida como la "orquídea polilla" con sus colores brillantes y sus pétalos redondeados y gruesos.

Pocos saben, por ejemplo, que la vainilla, comúnmente utilizada en la repostería, es extraída de una especie de orquídea llamada "Vanilla planifolia," nativa de Centroamérica.

La orquídea tiene una peculiaridad y es que son plantas epífitas. Epífita significa que crecen adheridas a otras plantas, muy especialmente árboles de gran altura. Especies miniaturas también se han visto germinar en hojas. 

Esta condición de las orquídeas, me refiero a su hábitat, han hecho que erróneamente hayan sido confundidas con plantas parásitas. Este no es en lo absoluto el caso. La orquídea toma los nutrientes y la humedad del medio ambiente para realizar la fotosíntesis, y es, simplemente, su colocación en la altura de un tronco o rama, lo que le permite recibir los rayos solares.

De hecho, es muy común ver a las orquídeas en rincones poblados con hongos salvajes. Igualmente, ambas especies, se benefician mutuamente.

Si imaginamos que las generaciones de los últimos cien años son un robusto arbol, que se dice sano y frondoso, veremos varias ramas que han brotado y florecido orgánicamente. Tenemos la base del tronco, la más gruesa y la más cercana a las raíces, que serían la "Generación Silente," una de las mejores generaciones que han surgido desde que hemos estudiado la sociología, y serían hoy en día, si viven, nonagenarios o incluso centenarios. Fueron una generación de altos valores familiares y con una ética de vida que los llevó a ser fundadores de empresas y héroes de guerra. 

Seguidamente, vemos a los "baby boomers," nacidos en la postguerra y, para muchos, una generación consentida y pujante. Aunque muchos de ellos pudieron haberse desviado de su arbol madre en los años 60s, sus frutos crecieron con la influencia, los valores y la ética de sus progenitores.

La semilla de los "Baby Boomers," hoy en día septuagenarios u octogenarios, somos nosotros, la Generación X, quizá la más compleja de todas las generaciones y la que lleva, hoy por hoy, el legado y la responsabilidad de que nuestro susodicho arbol se mantenga erecto contra viento y marea.

La parte más debilitada de este arbol es la Generación Z, nuestros jóvenes y adolescentes que se mecen con los vendavales y están alejados moral y éticamente de las raíces, pero no se rompen--por el momento.

Las flores de este arbol ya han empezado a germinar y son la generación "alfa," los niños.

Hacer un análisis profundo de las múltiples generaciones que se erigen en este "arbol" es urgente e imprescindible. Nuestra civilización entera depende de la sobrevivencia de este "bosque" multi generacional.

Muy desgraciadamente nuestro “ecosistema” es vulnerable y podríamos ser consumidos por las llamaradas de ideologías y agendas que ya cercan y vigilan nuestro alrededor como zamuros.

En estos árboles centenarios, en las últimas décadas, se han visto hospedarse a múltiples y coloridas “orquídeas” que si bien no son parte de la matriz generacional a la que nos referimos en nuestra analogía, podrían ser cruciales para la sobrevivencia de nuestro bosque: los millennials.

La generación "Millennial," igualmente conocida como la "Generación Y," es quizá la más difícil de definir y de comprender. En nuestro arbol, los veríamos crecer, entre la Generación X y la Generación Z.

Con altas variaciones en cuanto a su edad, me gustaría utilizar la definición más común en mi opinión. Millennials son aquellas personas nacidas entre 1987 y 1999. 

Sus padres son, igual que ellos, epífitas que se adhirieron a nuestro arbol en los años 50s.

A los millennials quizá no los esperábamos, pero hoy por hoy, tenemos que dar gracias a Dios que nos hayan elegido a nosotros para hacer sus hogares y engalanarnos con la amplia gama de su sabiduría.

Entre la Generación X y los millennials ha habido profundas rivalidades. Las diferencias en pensamiento y en acción son abismales.

El millennial es agresivo, veraz, impulsivo, pragmático y hasta un poco insolente. La Generación X es lenta, pacifista, cautelosa y desconfiada. Pero veinte años de “convivencia” con los millennials en nuestro "tronco" ya han hecho que nuestra savia tenga la esencia de estos polinizadores multicolores.

¿Por qué se hace imprescindible hacer un análisis de la Generación Y? 

Quizá la respuesta más objetiva es que los millennials constituyen el mayor número de personas en la esfera laboral a nivel mundial. Sólo en los Estados Unidos, los millennials constituyen aproximadamente el 35% de los trabajadores activos. Estamos hablando de un número aproximado de 56 millones de personas. 

El millennial, sin embargo, no tiene, para nada la misma ética laboral y de vida que lo que estamos acostumbrados a ver en mi generación. Y ni hablar de lo lejanos que están de los "Boomers."

Los millennials tienen su propia voz. Sus propias reglas. Su propia visión. 

Pero es cada vez más urgente estudiarlos al detalle, porque a pesar de su juventud, llevan en su esencia una sapiencia que ya la quisiéramos nosotros que somos más experimentados y "ancianos."

Por mucho tiempo mi impresión de los millennials fue profundamente negativa. Mi rechazo hacia ellos era total. 

Me acuerdo de que hace unos 15 años atrás vi un reportaje sobre los millennials, en una época en que éstos eran tan imberbes e insoportables como ahora son los Gen Z.

Pero hoy en día las palabras que escuché hablar sobre esa juventud, me acompañan y me han inspirado más de lo que me gustaría confesar.

Cuando el millennial empieza a llegar al campo de trabajo, ya éstos habían sido programados a través de su educación, y más que todo, a partir de su extensa exposición a las altas tecnologías, a que sólo deseaban trabajar en ambientes donde pudiesen aplicar su conocimiento y donde pudiesen fundir sus valores personales con los valores de la empresa que los emplearía.

Esto jamás lo tomamos en cuenta nosotros, ni nuestros padres, y mucho menos nuestros abuelos. Oír esto era el acabose, y enseguida los asociamos con los "hippies," y los despreciamos e intentamos que dejaran nuestro arbol. Los confundimos con verdaderos parásitos.

Pero los millennials no abandonaron su nicho. De hecho, siguieron prosperando y creciendo en número y en influencia.

Un ejemplo de esta filosofía la encontramos en el empresario Ben Lerer.

Lerer es el co-fundador de la popular página web llamada "Thrillist" (thrillist.com) que es una guía para los que buscan aventuras culinarias y viajes exóticos dirigidos a los gustos y paladares más jóvenes. "Thrillist" fue fundada en el 2004, cuando Lerer tenía unos 18 años. Hoy, a sus 38 años ya tiene en su haber varias empresas "start ups," un innovador concepto que aclararemos en unos instantes.

Ben Lerer tiene una frase muy interesante que nos lleva con la puntería de un láser a las neuronas de un millennial: "La gente que trabaja para ti no está construyendo una empresa para ti, la están construyendo para sí mismos, son el centro de su propio universo. El hecho de que usted sea el director ejecutivo no significa que vengan a trabajar todos los días para hacerle feliz. Quieren ser felices y tu trabajo es mantenerlos así."

Los millennials son estridentes y vanidosos. De hecho fueron la primera "generación woke" que existió por décadas, hasta que los Gen Z se hicieron mayores.

Pero quiero volver por un instante a este concepto que trajeron los millennials a nuestra fuerza laboral. 

Hasta que llegaron ellos, nuestras generaciones trabajaban con disciplina y dedicación. Y no se nos planteaba que nuestros ideales estuvieran moldeados a una empresa en particular. Fuimos criados para el esfuerzo y la dedicación, nuestros padres inculcaron en nosotros la constancia, la responsabilidad extrema, la lealtad y la búsqueda de la excelencia.

Se hacía énfasis en crear un curriculum donde se reflejara nuestra competencia, y apostábamos por buenos beneficios y un plan de retiro.

Los millennials son excelentes sin buscarlo. Han nacido con un conocimiento nato de la world wide web. Ya manejaban las tabletas y los teléfonos inteligentes. Una computadora no era, como lo fue para nosotros, un objeto exótico y primitivo. El millennial ya hablaba de "gigabytes."

Los problemas de índole social obsesionaron a los millennials desde su infancia. Sus padres--y sobre todo sus madres--fueron pioneras del feminismo y de la revolución sexual.

El millennial no veía a una empresa por sus beneficios y sus prestaciones. El millennial llegaba para crearse su propia agenda laboral. Lo que no estaba inventado, ellos lo crearon con una habilidad que nos dejó atónitos.

Las redes sociales de nuestros días fueron generadas por los millennials. La gran mayoría de ellos tienen sus propias empresas y los llamados "start ups."

Un "start up" podría decirse que es una empresa constituida por pequeños y jovencísimos empresarios que invierten en una idea, producto o servicio. De aquí saben sacar sus mayores beneficios y costos. Puede que un "start up" no llegue a tener mucho tiempo de vida, pero en su breve existencia, tampoco podemos extrañarnos si llegan a estar en las listas de los "Fortune 500" (Las empresas más prolíficas y más solventes de Wall Street en el caso de los EEUU)

Quizá el desarrollo de estas magníficas orquídeas y su peculiar manera de hacer su fotosíntesis, aprovechando el soporte que le damos, hizo que fuesen los millennials los que fueran "captados" por las agendas ideológicas que ya venían arrastrándose por nuestros bosques.

A estas agendas sí sería adecuado denominarlas parásitos, y su veneno ya ha alcanzado a nuestras ramas más vulnerables.

El millennial se dejó seducir por la narrativa "woke" de un supuesto apocalipsis climático, que cada vez nos damos más cuenta, que es un fantoche creado para introducir costosísimos e inservibles programas ecológicos. 

Los millennials son estudiantes de propaganda, y tan fascinados han estado con ella, que sin querer, la han absorbido como absorben energía solar las orquídeas en sus alturas.

El millennial acepta y propaga la agenda de los lobbies del LGTBQ, y han visto como sus ambiciosas arcas se han llenado a tope con la creación de mercancía, servicios y narrativas progresistas.

De hecho, hoy por hoy hay más millonarios millennials que boomers. Lo que a la generación de nuestros padres y abuelos, pudo costar 40 años, el millennial lo logró en menos de diez.

No ha habido lo que esta prodigiosa generación no pueda lograr.

Entre nosotros, los X, y ellos, los Y, había poca comunicación y una rivalidad que no parecía poder conciliarse. Mucho sería por celos, imagino yo. 

Pero en esta convivencia nuestra manera de ver el mundo, y nuestro despertar de consciencia, nos hizo ver lo necesario que era tener a nuestras orquídeas haciendo gala de su magnificencia.

Los millennials empezaron a madurar y la Generación X comenzó a tomar nota de sus manifiestos y sus enseñanzas.

Pero sucedió algo que nos sorprendió a todos los que hemos visto a los millennials crecer y hacerse adultos.

Los y se convirtieron en padres y madres de familia.

Los millennials son quizá la generación más fértil que existe actualmente. Sus solventes y abundantes finanzas los han visto reproducirse con facilidad. Los millennials mayores ya bordan los cuarenta y es común ver familias numerosas, con tres y cuatro hijos.

Mi generación, la generación X es completamente seca, mustia y ha tenido muy pocos hijos. Muchos de mi generación ya son abuelos. Pero francamente mi generación ha sido bastante mediocre criando a nuestros jóvenes. Se dice, sin embargo, que los padres que han escogido tener a sus hijos después de los 40 años, se han visto adquiriendo una mejor consciencia para estar presentes y atentos en la vida de estos niños.

Pero esta conversación ya la hemos tenido en otros análisis anteriores.

Volvamos a los millennials.

La denominada generación "alfa," los más pequeños brotes de nuestro arbol son, en su gran mayoría, las semillas de los millennials. Muchos de estos niños están ya en edades escolares.

El turbio, preocupante y alarmante reflejo que se ha podido ver en los niños, es lo que ha hecho a los millennials hacer un frenazo contundente en sus constantes búsquedas ideológicas y sus despreocupantes aventuras laborales.

El caos provocado por los parásitos, que ya se ha vuelto casi una pandemia incurable, es lo que ha hecho que los millennials vuelquen sus raíces a su "arbol matriz" para buscar ayuda y sabiduría.

Para darles un ejemplo.

Un estudio realizado por la universidad de Stanford, en California, pudo ver que hasta el año 2022, había un 80 por ciento de millennials que seguían adheridos a su filosofía de vida de emplearse o crear empresas basadas en sus valores progresistas. Esto es comúnmente llamado "capitalismo woke."

¡Pues, para sorpresa de todos, ese mismo número de millennials en el 2023, es decir, apenas un año después ha bajado al 58%! Y sigue cayendo en picada.

Los millennials fueron los primeros en hacer todo un movimiento para crear consciencia en el cuidado y desarrollo de la salud mental. Pero sus esfuerzos llevaron a millones de jóvenes a ser completamente frágiles, al punto que la Generación Z es conocida como la generación "de cristal."

Aunque están muy próximos en edad, los millennials, y esto está bien documentado, y yo, en mi experiencia laboral lo he visto de primera mano, desprecian a los Gen Z. Los miran, como se diría popularmente, por encima del hombro.

Sin embargo, los Gen Z se desviven por ser como los millennials. Son estos sus ídolos y sus modelos.

Los cambios ideológicos y el desarrollo emocional de los millennials, cuanto menos admirable, nos han hecho volcarnos a ellos y hemos podido experimentar una simbiosis de valores y conocimientos que nos ha hecho, de a poco, extraordinarios aliados.

La peste avanza y el despertar de los millennials, e incluso, de nosotros, los GenX, ha sido lento. Pero no se extingue ni se detiene. Al contrario.

Ahora muchos de nosotros, a pesar de doblarle, en muchos casos, en edad y experiencia, estamos dando a los millennials valores de vida y de desarrollo espiritual que bien que los millennials necesitaban acoger. Y los millennials, sorpresivamente, cuando se trata de ir a las urnas electorales, se han convertido en votantes conservadores sin mano izquierda.

Todo sea por los más jóvenes y todo sea por erradicar la plaga y extinguir el incendio que nos amenaza con consumir a nuestra civilización entera.

Millennials y Gen X, juntos por fin. Y en esa unión está la fuerza.

El arbol ha de seguir en pie.



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