Monday, May 29, 2023

El Caso de...Netflix


Qué está pasando con la plataforma de streaming más conocida en el mundo? Por qué en el último año perdieron un 46% de sus usuarios y casi $1B de dólares?

Primero me gustaría explicar que estoy utilizando el nombre de Netflix como un genérico. Existen docenas de plataformas de streaming con presencia tanto en Estados Unidos, como a nivel mundial. Por ejemplo: Hulu, Disney+, Paramount y Peacock.

Pero creo que es bastante claro que Netflix se ha alzado como el líder indiscutible de este tipo de medio de entretenimiento.

Si nos vamos un poco atrás en el tiempo, mi generación, la Generación X, fue la primera en poder descubrir y disfrutar del negocio de rentar películas. Primero en formato VHS, y ya luego en formato de DVD. Yo fui una gran clienta del gigante Blockbuster que tenía sucursales en varios centros comerciales y una variedad impresionante de películas, cuidadosamente clasificadas por género. 
Por una muy módica suma, una peli era tuya por unos días y luego, estilo biblioteca, la devolvíamos, con derecho a alquilar otra(s)

A Blockbuster le llegó su final cuando Netflix irrumpe en el mercado y ahora las películas te las enviaban a casa con una membresía que se adaptaba a todos los presupuestos.

Con el tiempo, Netflix, y por consiguiente las nuevas plataformas que se fueron abriendo al público, empezaron a producir su propio contenido, convirtiéndose en la competencia de los estudios de cine de toda la vida.

Hasta aquí podríamos decir que todo está bien. Excepto que en los últimos años, Netflix se ha dejado seducir por las maquiavelicas furcias ideológicas. Para Netflix era un negociazo imperdible. 

Las plataformas de entrenamiento se confiaron en que todos los usuarios seguirían siendo fieles al contenido que ofrecían. Nuestra lealtad, a sus ojos, era inquebrantable. También podríamos decirlo de otra manera: nos tomaron por imbéciles. 

La gran proeza de Netflix y su competencia era el ofrecer al público una gama extensiva de géneros de película. Había para todos. Desde películas de familia a los dramas clásicos o las comedias románticas o los documentales. 

No recuerdo que jamás Netflix se prestara a ideologizar a nadie. Había una confianza de que los clientes sabíamos lo qué queríamos sin que nada o nadie interfiera.

Ahora, precisamente, interferir y adoctrinar es lo que se busca, a costa de lo que sea. Sin límites. 

Es bien conocido que Hollywood ha puesto condiciones para la producción de nuevas películas. Todo en nombre de la inclusión y la diversidad. Y es que queda claro que el vapor que mueve a las máquinas de las agendas ideológicas, es un altruismo falso. Son mentiras, y bien me parece que vayamos abriendo los ojos y la mente.

Podría hacer varias editoriales sobre los diferentes bodrios que se han presentado en Netflix en los últimos poco años con poca calidad e historias inverosímiles. 

La última controversia? Un documental sobre Cleopatra. 

Producida por la mujer de Will Smith (el pegon de los Oscar) Cleopatra se reinventa como una reina que bien podría ser pura ficción, proveniente de Etiopía quizá. Todos sabemos que el origen de la dinastía de los faraones Tolomeos era griego. Cleopatra era una mujer de piel blanca. Encima la han querido pintar como una feminista radical, concepto completamente ajeno a cualquier mujer de aquella era. Precisamente lo que hizo inmensa la leyenda de la reina egipcia era su inteligencia. Su exquisita educación en lenguas y hasta astronomía. Poco caso un mujeron así haría a las idioteces del feminismo de la tercera ola.

Dicho ésto, y concluyo, por qué Netflix y sus secuaces siguen actuando como fanáticos, dando la espalda a todos los valores y principios de antaño?

La respuesta es que el compromiso de esta industria mal lograda está tratando de complacer a unos amos maléficos y corruptos. El signo de dólar es demasiado atractivo.

Los medios de comunicación, obviamente, achacan este declive en audiencia a la competencia de mercado y a la inflación. No descarto que éso tenga un poco que ver. Pero ésto es un círculo vicioso, puesto si los gobiernos también se hacen súbditos del globalismo y la ideología de género y políticas social comunistas, el resultado es inevitable: inflación y empobrecimiento. 

Entonces qué nos queda por hacer? Lo que yo hice hace ya varios años. Cancelé mi suscripción a Netflix y escojo ver las películas o documentales que yo quiero ver. Donde yo deseo verlas. Me he vuelto un as reconociendo la propaganda ideológica con la que nos quieren embasurar y hago esta crítica para crear consciencia. 

Nosotros tenemos que tomar la sarten por el mango. Netflix no es nadie si todos nosotros alzamos nuestra voz en firme protesta!

Los invito a ello. No hay tiempo que perder!

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