Monday, June 17, 2024

El Capitalismo: Sigue Vigente o Es Una Reliquia Decadente?


Actualmente, y desde el año 2013, los Países Bajos, celebran el 27 de Abril como "El Día del Rey." Esta fecha, claro está ha variado de monarca en monarca. El rey Guillermo Alejandro, nacido en 1967, celebra con gran pompa su cumpleaños y esta fecha está considerada una de las fiestas nacionales neerlandesas más esperadas y más antiguas de la historia de este país, hoy en día una Monarquía Parlamentaria.

Un libro que acaba de ser publicado llamado "Pioneros del Capitalismo," la obra más reciente del Profesor de Historia y Economía neerlandés Marteen Prak, nos narra una anécdota muy curiosa con motivo de las celebraciones pertinentes al mencionado "Día del Rey."

Según Prak, en muchas regiones de los Países Bajos, existe una muy simpática costumbre de hacer pequeñas ferias donde se preparan muchos vecinos para vender ropa usada, libros viejos, o cualquier otro tesoro familiar a precios muy módicos.

En estas ferias es muy común ver a toda la familia involucrada, e incluso a jóvenes, que aprovechan estas ventas para ganar dinero extra.

Nos dice el profesor Prak que no es casualidad que se siga cumpliendo una tradición tan antigua, y que dicha tradición tenga como gran atractivo la compra y venta de productos de uso diario. Esto, según el docente de la Universidad de Utrech, es una viva muestra que el comercio está intrínsecamente ligado a las tradiciones neerlandesas, considerada una de las primeras potencias europeas en el desarrollo de lo que hoy conocemos comúnmente como capitalismo. Su libro remonta este fenómeno a un período correspondiente a los años 1,000 y 1,800.

Con estas fechas como referencia, también podríamos hablar con justicia de los Templarios, que si bien sabemos fueron grandes guerreros y héroes en las Cruzadas, amasaron una fortuna considerable convirtiéndose, quizá, en los primeros banqueros de Occidente. Una historia que merece ser contada aparte.

Con dichos datos, nos podemos dar cuenta que las primeras teorías sobre el capitalismo tienen una antigüedad mucho mayor a la que podíamos haber imaginado. 

Se dice que el verdadero "Padre del Capitalismo" fue el catedrático en Economía escocés Adam Smith (1723-1790), que escribió su obra magna en 1776, titulada "La Riqueza de las Naciones." Coincide así, la publicación de estos manuscritos con el nacimiento de la República de los Estados Unidos, que ha sido hasta la fecha el mayor exponente del capitalismo de nuestra civilización. Así como también fue un período de gran bonanza conocido marcado por la "Revolución Industrial."

Pero empecemos por el principio...

Qué es el capitalismo?

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el capitalismo: "se basa en los siguientes pilares: Propiedad privada, que permite a las personas poseer bienes tangibles, como tierras y viviendas, y activos intangibles, como acciones y bonos. Interés propio, por el cual las personas persiguen su propio bien, sin considerar las presiones sociopolíticas."

Esta definición es una simplificación de las teorías de Adams, mencionado anteriormente, y es también conocida como mercantilismo.

Pero con cuántas ganas se ha querido distorsionar y manipular este concepto. Incluso se considera un tema controversial y complejo que se ha querido vilificar, incluso. Tanto que hay quienes prefieren ampliamente la propagación del comunismo, donde las riquezas y los recursos de una nación se manejan enteramente por el Estado. 

Los Estados Unidos, con quienes todos estamos familiarizados, han hecho del capitalismo un modus vivendi que hasta hace muy poco era asociado con prosperidad, esfuerzo, meritocracia, éxito y avance.

El escritor e historiador Carl Degler (1921-2014) que se dedicó a analizar todos los hechos más relevantes en el desarrollo cultural y económico de Norteamérica, nos explica que a lo largo de sus casi dos siglos y medio de historia, el movimiento capitalista es una señal de una sociedad sana. Se asume que el que ha sido capaz de trabajar con ética y visión para crear una empresa o un consorcio que produzca ingresos y promueva el empleo, es, sin duda alguna, un modelo a seguir. Un pionero. Un buen ejemplo.

Hay quienes defienden esta misma posición desde un punto de vista religioso, alegando que Dios mismo es capitalista, pues El desea nuestro desarrollo personal y nuestra abundancia, ambos efectos secundarios de un capitalismo bien constituido, a partir, claro está de una vida espiritual muy presente y una ética moral. Es difícil no coincidir con esta reflexión.

Pero es más que obvio que toda la buena reputación que ha adquirido este sistema económico, ha sufrido un revés preocupante y vale la pena hacer un análisis del por qué.

Obviamente de este tema se pueden, como de tantos otros que llevamos a la palestra por este medio, escribir enciclopedias completas. Son esos temas con múltiples aristas, y que sin duda están muy influenciados por el medio en que vivimos y sobre todo, aunque esto sea, en mi opinión, lamentable, las ideologías políticas con las que se pueda uno identificar.

El capitalismo promueve el desarrollo de nuestra creatividad, la innovación y el progreso. Pero muchos lo culpan de crear desigualdad e incluso de las grandes depresiones y caídas de los mercados.

En estas últimas décadas se ha acusado a un mal uso del sistema capitalista, la práctica de la llamada "plutocracia."

La plutocracia, del griego "ploûtos" (riqueza) y "kratos" (poder) define un gobierno ejercido por los más ricos en cualquier nación desarrollada. Este grupo de personas, la gran mayoría empresarios e inversionistas en el mercado y en bienes raíces, se dedicarían a influenciar al Estado, al gobierno.

Hay quienes ya dan por hecho que la sociedad americana viene, desde hace varias décadas, ejerciendo este sistema económico, influenciando las tendencias y, como no puede ser de otra manera, manchando deliberadamente la democracia, que sería el régimen político que Estados Unidos dice defender a capa y espada.

Esto coincide con la narrativa que da por sentado que toda la fortuna del mundo entero está manejada por, aproximadamente, un 1% de la población. Este número se posiciona, hasta el 2023, en unas 626,000 personas.

Pero la desgraciada reputación que tienen estas teorías vienen de la mano con la mala propaganda que se teje alrededor de la acumulación de riquezas como sinónimo de avaricia, explotación, y abuso de poder.

La responsabilidad de la decadencia del capitalismo recae, en partes iguales, a todas las ideologías modernas, a una ignorancia casi plena de la historia, a una manipulación mediática aberrante y a unas generaciones que le han perdido todo gusto a la preparación académica y al esfuerzo laboral, en pro de perseguir carreritas alimentadas por la era digital.

Quizá lo que no pudieron imaginar ni remotamente los economistas que visualizaban un capitalismo sólido y responsable, es lo bajo que caería nuestra civilización ayudada por la llegada de nuevas tecnologías y una decadencia moral casi sin precedentes (aunque sabemos que la civilización occidental no es ajena a imperios venidos abajo)

Si adaptamos el concepto del mercantilismo a un negocio familiar, por ejemplo, seguramente, vemos todos los principios de este sistema económico funcionando como Dios manda. 

Ahora, demos un trágico ejemplo de lo que estaría pasando en muchas economías. Digamos que una familia de varias generaciones ha mantenido un negocio próspero de ganadería y agricultura. Hablamos de una realidad muy tangible en muchas regiones de España y los Países bajos, entre otras.

Hasta ahí todo muy bien...

Excepto que ahora hay entidades privadas cuyo negocio (tan extraordinariamente lucrativo como absurdo) es la venta de servicios denominados "sostenibles" que lo que hacen es cortar en pedazos la productividad agropecuaria de estas ganaderías para reemplazarlas con alternativas tan descabelladas como fábricas para la cría y consumo de insectos. O el uso de energías "limpias" que ya, afortunadamente, se han visto cómo fracasan frente a los ojos atónitos de los sinvergüenzas que las promueven.

De hecho ya circula por las redes información gráfica de los supuestos beneficios de la leche de cucaracha.

Luego, como ya hemos dicho, está la cuasi desaparición de nuestro ámbito laboral de la meritocracia, en pro de agendas inclusivas (muy bien monetizadas) donde los empleadores ya no deben atender a la experiencia y la competencia sino a las políticas que promuevan la igualdad y la inclusión.

Por ejemplo, en noticias muy recientes, la compañía aérea "United Airlines" se ha comprometido a contratar cuotas extras de pilotos profesionales que sean afroamericanos y también homosexuales. Es decir, las horas de vuelo, la preparación académica, etc., pasan a un bochornoso segundo plano.

En el mundo deportivo y en las esferas del entretenimiento musical, vemos, igualmente, una continua mala coordinación de un sistema capitalista. Cómo es posible que un cantante tan esperpéntico como Bad Bunny, de tan sólo 30 años, tenga una fortuna que dicen oscila entre los $50 u $88 millones de dólares. O una desequilibrada emocional como Jennifer López cuente con más de $400M de dólares.

El capitalismo, per se, no es en lo absoluto, el verdadero problema.

Una vez más tenemos que culpabilizar a una sociedad que se ha dejado llevar, en todos los aspectos posibles, emocional, económicamente, moralmente y creativamente a su más mínima expresión.

Poco se ha hecho en las escuelas, por dar un ejemplo concreto, en preparar al estudiante a crearse un presupuesto, a vivir de acuerdo a sus metas y sus posibilidades; a procrear ideas con las cuales establecerse una vez completada su formación académica, aunque esta sea básica.

La nefasta "Agenda 2030," a la que muchos osan seguir defendiendo, es profundamente capitalista. De eso que no quede duda alguna, por favor. Pero quienes se benefician son entidades privadas, claro está, con fines de lucrarse de ideologías absurdas. 

Una de las 17 propuestas de la "Agenda 2030" es la disminución de la población. La excusa es que nuestro planeta no está "equipado" para alimentar y mantener a billones de personas. Una estupidez que no tiene ni pies ni cabeza. Lo que sucede es que los recursos renovables--y no renovables--están en manos de incapaces, activistas y políticos insaciablemente corruptos.

El "wokismo," que incluye una exacerbación de la inclusión y la diversidad (que asumimos como existente desde hace 40 años) del colectivo LGTBQ está creando billones de dólares y/o euros basados en promover una preferencia sexual, lo cual, como se ha venido diciendo hasta la saciedad, no interesa a nadie.

Entonces, qué podríamos decir?

En cada una de estas propuestas tan negativas están presentes en mayor o menor grado todas las teorías que han definido al capitalismo aún en su edad de piedra, en su estado más primitivo.

El grave problema de esta degradación es que los que nos hemos vuelto objetivos--y de plano objetos--de este nuevo capitalismo del siglo XXI, somos los ciudadanos.

Una vez más queda en evidencia, que, en algún momento, gran parte de nuestra civilización, dió un mal paso. 

No digo yo que no se pueda debatir lo que supondría un capitalismo sano hoy por hoy, en comparación con lo que significó hasta el siglo pasado. Todo avanza y todo sigue una evolución.

Pero lo que vemos es un abismo, al que, Estados Unidos, claramente, y muchos otros países desarrollados, se acercan a pasos agigantados con síntomas preocupantes como una marcada inflación que afecta, principalmente a la clase obrera y la clase media.

La debacle económica de América del Sur es de otros niveles casi infrahumanos, pero ese es un tema aparte, que obedece a una realidad sociopolítica que los mismos ciudadanos parece que apoyan sin chistar.

No nos debe extrañar que muchos países, queriendo cambiar la dirección económica y cultural que los oprime, se hayan radicalizado políticamente, dando giros que sólo el tiempo dirá si cosecharán éxito o más frustración.

Lo primero que debemos reconocer es que el capitalismo bien aderezado y alineado con unos principios morales sólidos, no daría nunca un mal resultado. 

Si existe una plutocracia, como muchos han querido hacer ver que hay, tenemos que estudiar su origen y sus causas. Si queremos defender nuestro régimen democrático, tenemos que anclar en nuestra consciencia, que ambos, los privilegios y la responsabilidad civil recaen en nosotros.

Esto significa, vuelvo y repito, levantarnos de este subsuelo emocional en el que nos han querido definir y con que nos necesitan afligir, y tomar las riendas de nuestras instituciones, elegir líderes cabales y castigar con todo el peso de la ley a quienes infringen nuestros valores y se aprovechan de nuestra ignorancia (o como diría El Chapulín Colorado, de nuestra nobleza)

Yo mantengo que debemos seguir luchando por un capitalismo a nuestra altura. El comunismo ya está más que probado que sólo deja un recuento de daños irreparables y una miseria emocional de la que no se han recuperado muchos pueblos que lo han padecido.

Yanis Varoufakis, ex ministro de Economía de Grecia, de 63 años, ya ha sentenciado a muerte el capitalismo, y nos explica que el capitalismo de antaño ya ha sido reemplazado por un feudalismo de las potencias de Sillicon Valley, como se conocen a los amos de las compañías tecnológicas, encabezadas por las redes sociales.

Y puede que haya algo de cierto en ello. Como ya he dicho, no debemos renunciar a una regeneración o un renacimiento si se quiere decir, de un sistema capitalista.

Gandhi decía: "El capital no es un mal en sí mismo, el mal radica en su mal uso."

Y ese uso, ese propósito máximo no debe abandonar jamás el bienestar común y la exaltación de nuestros principios marcados por valores judeo-cristianos que, sin lugar a duda, garantizan el equilibrio, el desarrollo constante, y el éxito de quienes comprometen su vocación no sólo a engrandecer una cuenta bancaria, sino al patrimonio de toda la humanidad. 

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